14 de septiembre de 2009

Qué es la Suerte


Suerte es, según la RAE, "circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede". Por tanto, implica un resultado que obedece a causas ambientales o externas (no personales) y que son producto del azar. Según los estilos atribucionales que estudiaron Heider y Wiener: externo, inestable, incontrolable (aunque no vale conque el suceso sea incontrolable: el sol sale cada mañana sin control nuestro y es complicado calificarlo de buena suerte).

Sin embargo, existe una distinción popular habitual entre Suerte y Casualidad: lo primero se suele ver como propio de la persona; lo segundo como ambiental. De hecho, Suerte significa cosas distintas a distintas personas, no es un concepto ubicuo (mucha gente piensa incluso que la suerte es controlable, como los jugadores de póker, que la encuadran en ese ámbito interno, personal, de habilidad propia). Así como Casualidad implica y es sinónimo de azar e inestable, y se refiere a un suceso o una circunstancia, Suerte puede ser también azar pero con frecuencia hace referencia a un rasgo (más estable, y personal).

El pensamiento contrafáctico (comparar con otro resultado distinto) relativiza y subjetiviza la suerte (si sobrevives a un accidente de avión, aunque el desenlace es un accidente y por tanto mala suerte según lo estándar, es buena suerte por comparación con los no supervivientes). Este proceso es más habitual si la situación o resultados alternativos están cerca en el tiempo y/o espacio; también si un éxito está muy cercano a un fracaso (físicamente, como en la rueda de la fortuna), el éxito se percibe como conteniendo más buena suerte (e independientemente de las probabilidades objetivas que puedan ser constantes).

Langer aludió a la Ilusión de control, como motivación particular a creer en la suerte como una habilidad personal, y por tanto controlable: esto sirve al propósito de reducir la ansiedad que la incertidumbre genera y posiblemente aumentar la autoestima (si te dejan elegir un número de lotería, es mucho menos probable que lo cambies por otro que si te lo han elegido; si tienes un éxito inicial en una tarea regida completamente por el azar, tiendes a considerarla más dependiente de la habilidad personal). Los estudios de Seligman sobre indefensión aprendida, o los de Langer en asilos mostraron también la potencialidad patógena e incluso letal de la falta de control percibido.

Our desire to control events is not without purpose, for a sense of personal control is integral to our self-concept and sense of self-esteem. In fact, one of the most beneficial things we can do for ourselves is to look for ways to exercise control over our lives—or at least to look for ways that help us feel that we do. The psychologist Bruno Bettelheim observed, for instance, that survival in Nazi concentration camps “depended on one’s ability to arrange to preserve some areas of independent action, to keep control of some important aspects of one’s life despite an environment that seemed overwhelming.” Later studies showed that a prior sense of helplessness and lack of control is linked to both stress and the onset of disease. Langer and a collaborator studied the effect of the feeling of control on elderly nursing home patients. One group was told they could decide how their rooms would be arranged and were allowed to choose a plant to care for. Another group had their rooms set up for them and a plant chosen and tended to for them. Within weeks the group that exercised control over their environment achieved higher scores on a predesigned measure of well-being. Disturbingly, eighteen months later a follow-up study shocked researchers: the group that was not given control experienced a death rate of 30 percent, whereas the group that was given control experienced a death rate of only 15 percent.
Because if events are random, we are not in control, and if we are in control of events, they are not random. There is therefore a fundamental clash between our need to feel we are in control and our ability to recognize randomness. That clash is one of the principal reasons we misinterpret random events.

Mlodinow, The Drunkard's Walk

Es decir, que necesitamos al menos en parte de la ilusión de control, pero esta necesidad induce un sesgo perceptivo y valorativo que limita tremendamente nuestra percepción del azar. En cualquier caso, debemos definir la Suerte con mayor precisión; Pritchard y Smith (2004) definen dos condiciones para una definición operativa y no ambigüa de la Suerte, de forma que integre las distintas líneas psicológicas de investigación (y cuyo planteamiento es esencialmente el de la RAE):
1- un resultado implica suerte si sucede en el mundo actual pero no en la gran mayoría de mundos posibles similares al actual
2- para considerarlo suerte, este resultado debe ser significativo (tener significado, bueno o malo) para el agente implicado (lo cual depende a veces de las alternativas contrafácticas que se activen).
Es decir, la suerte implica casualidad o azar (pues se requiere que el resultado sólo sea posible en un número mínimo de mundos posibles similares), pero algo más: significación para el agente (esto permite la distinción respecto al azar en sí, e incorpora el contexto contrafáctico mencionado). Otra distinción que permite este planteamiento es entre tener suerte y ser afortunado (que indica una satisfacción sobre lo que se es/tiene, pero no una atribución a la casualidad).
Por tanto, cuando alguien dice ser un tipo con [buena] suerte, o bien hay una habilidad (consciente o no) implicada (en cuyo caso no es suerte) o bien no es un rasgo personal, sino casualidad significativa. Otra posibilidad es que simplemente esté reflejando una ilusión de control, y la suerte no tenga nada que ver.

(continuará mañana...).

1 comentarios:

todopsicologia 15/9/09 08:14  

Un temita interesante que se las trae. Me descojono de la ilusión de control. Todo es ilusión de control me temo, sin eso no podríamos estar en el mundo de forma mas o menos "ordenada". Puedes encontrar millones de ejemplos: cuando tratan de averiguar el motivo de que muriera Dani Jarque (jode reconocer que esencialmente porque estaba vivo), o cuando alguien viene a consulta machacado preguntandose que ha hecho para que su pareja le deje de querer (como si eso tuviera que ver con él/ella), el que una persona que se suicida mate a otra que pasaba por debajo de su balcón.....La verdad, me parece, que aspiramos y tenemos que aspirar a controlar, pero somos tan poca cosa, que al final, bien poco. Solo porque hay cosas que pasan de uvas a peras, pensamos que lo controlamos, o que es cuestión de mala suerte que nos pase, cuando simplemente se trata de que no tenemos control ninguno sobre casi nada. Lo que si necesitamos es percibir que lo tenemos.
Daba mucha tranquilidad aquel modelo del sistema solar que nos explicaban en primaria, todo ordenado y en su sitio, todo "controlado".
¿Que es Dios sino una forma de tratar de entender, de controlar algo incontrolable?.
Un saludo.

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