28 de febrero de 2009

Psicología y calentamiento global

Daniel Gilbert, que es un crack a la hora de divulgar psicología de la buena (o sea, que transmite de forma comprensible ideas prácticas y sensatas que acaban siendo tan claras que uno piensa que debería haberlo pensado por sí mismo hace años) tiene una conferencia online en PopTech, que es una especie de TED de la costa Este, sobre cómo tenemos el coco configurado y sus implicaciones sobre la desaparición del oso polar. Esto es un resumen:

"El miedo que es capaz de cambiar nuestras decisiones y planteamientos de futuro tiene cuatro características asociadas:
- que haya una cara reconocible, que esté representado con rasgos humanos específicos, que haya un agente humano que focalice nuestra atención y procesamiento y al que le podamos adjudicar intencionalidad : el antrax o el atentado del 11-S son intencionales (la gripe o el accidente de Spanair no)
- que remueva nuestro sistema moral emocional, básico, que es capaz de generar rechazo a partir de determinados estímulos relacionados con la comida o el sexo (supervivencia, elemental) pero no de igual manera a la tala de bosques.
- que lo percibamos como una amenaza a nuestro presente y no sólo a nuestro futuro no inmediato
- que el cambio amenazante pueda tener un ritmo rápido: reaccionamos al cambio relativo, no al absoluto, y lo relativo es lo anterior inmediato"

Si el calentamiento global fuera un arma de destrucción masiva orquestado por Bin et al. y causado por una tendencia a comer cachorros de Golden Retriever, que se propagase al ritmo de la crisis subprime y en este mismo instante, habría activado hace tiempo nuestras alarmas cerebrales.

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27 de febrero de 2009

Adicción a Internet: pasen por caja

Desde hace unos 10 años (desde el mismo comienzo de la popularización de la red) algunos avispados intentar vender el concepto de adicción a internet: desde investigadores a clínicos (psicólogos esencialmente), al que sitúan incluso en prevalencias del orden del 10 %. Incluso hay cierta presión hacia su inmediata inclusión en el DSM (ver editorial en AJP). Mientras China y Corea del Sur adoptan medidas legales y terapias cuasi carcelarias para erradicar la plaga, otros venden programas terapéuticos recién inventados para curar la nueva enfermedad.
Sin embargo, es extraordinariamente dudoso que exista la adicción a Internet. Uno traspasa sin más el formato usado en adicciones comportamentales (juego patológico)...y voilá. Bajo el mismo criterio, tendríamos la adicción a la TV, a la lectura, a circular en moto, a irnos de amanecida los viernes, a hablar por teléfono, a pillar cacho, a comer pipas Facundo,...en fin, que el Gran Hermano debe venir a rescatarnos permanentemente de nuestras miserias y enseñarnos a vivir correctamente.
De entrada, no parece posible ser adicto al medio (internet) como no se puede ser adicto a las jeringuillas o al tapete verde del casino. Pero más allá de la nomenclatura, tampoco tenemos un criterio que defina excesivo ni negativo (en general el uso de redes sociales online incluso a alta dedicación parece mejorar la autoestima y favorece la sociabilidad, p.e.). Y finalmente se crean intrumentos diagnósticos ad hoc sin validez y razonamientos circulares que confunden causas y efectos (¿es el conectarse causa de malestar?¿qué pruebas hay?¿o el molesto en busca de distracción, catarsis,alivio o vinculación se conecta más?). Sí, el mal uso de internet (que supongo que existe, como el mal uso de galletas con chocolate, ver bulimia) es aceptable como síntoma (es decir, en este caso y puesto que sería un síntoma conductual, información significativa de la forma de estar en el mundo de una persona), que se podría conectar con procesos emocionales digamos que desajustados (clínicos o no) pero que se ubican en un contexto. Convertir esa señal en una realidad ontológica (una enfermedad subyacente) me parece mesiánico, infantilizador y supongo que un buen (mal) negocio psicoterapéutico.

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12 de febrero de 2009

Las cucarachas

Casciari es uno de mis vicios reiterativos en internet. Si en Espoiler disecciona con gracia la TV con idem, en Orsai deja perlas de escritor grande (groso, creo que dicen allá), o al menos de los que disfruto (mucho). A veces me da por ahí y me busco algo al azar del archivo. Y me encontré con esta reflexión en forma de divagación algo disparatada que contiene mucha verdad. Ahí va un trocito, pero merece la pena entera.

Cucarachas con termómetro por Hernán Casciari

Dos veces a la semana suena el teléfono en casa, o el timbre, y del otro lado aparece un encuestador. Cada vez hay más y se presentan mejor preparados. Con el tiempo, han aprendido a ser inmunes al NO. Saben minimizar las excusas y están por todas partes, mendigando quince minutos de nuestras vidas. Si un día la Tierra padeciera un conflicto químico que aniquilase todo —plantas, animales, gente— seguirían sonando los teléfonos por la mañana. El encuestador es la nueva cucaracha del mundo.
(...)
Todos los días, en la prensa, en la radio y en los informativos de la tele, hay por lo menos una afirmación categórica generada por el método de la encuesta. A razón de trescientas afirmaciones por año, nos vamos enterando cuántas veces nos masturbamos en promedio, descubrimos que nuestras esposas ya son casi tan infieles como nosotros, y averiguamos un sinfín de cuestiones sobre nuestras costumbres.
¿Todas? No señor, todas menos una.
Hay un estudio sociológico que nunca nos fue revelado, que guardan bajo siete llaves, que esconden como un diamante. Los encuestadores poseen un dato sobre nosotros, un solo dato, que jamás publicarán ni darán a conocer a los medios de comunicación. Tras cartón, es el resultado más exacto que podrían conseguir sobre una costumbre humana, porque es la única pregunta que siempre hemos respondido todos. Absolutamente todos. La pregunta, con variantes de cortesía, es ésta:
—¿Me permite usted que le haga unas preguntas?
En esa disyuntiva no hay opción para el no sabe, ni tampoco para el no contesta. No hay dudas. No existe la posibilidad de la mentira ni de la excusa. En todos los casos, los miles de millones de humanos interceptados en el último año, en cualquier parte del mundo, por teléfono o en persona, hemos dicho SÍ o hemos dicho NO. Y los encuestadores conocen los porcentajes exactos de esta tendencia.
Pasa lo mismo con los móviles callejeros de la televisión. Los informativos le ponen el micrófono a las personas y les preguntan, por ejemplo, si el sueldo les alcanza, o si son felices. Pero no explican los informativos, ni siquiera en letra pequeña sobreimpresa, que la enorme mayoría de los consultados pasa de largo, que sólo hay una minúscula porción de la humanidad que adora ponerse frente a una cámara para responder cualquier cosa, ni tampoco informan que esa raza suele llamarse, técnicamente, los imbéciles.
Es increíble, y también fascinante, que casi nadie distinga esta verdad tan sencilla en el momento de creer o descreer lo que aseguran los medidores de las costumbres humanas.
Los encuestadores conocen, sin margen de error, un guarismo exacto sobre nuestro hábito de responder. De hecho, es el único resultado que poseen sobre nosotros como conjunto absoluto. Todos los demás estudios que publican hasta el hartazgo, día a día, están limitados al pequeño grupo de gente aburrida —o que justo esta tarde estaba drogada— que ha contestado SÍ a la primera pregunta. Y estos serán, como mucho, un 11% de la población mundial (estoy dejando propina).

(...sigue)

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8 de febrero de 2009

Por qué la psicoterapia no es Medicina

"He desarrollado un nuevo enfoque psicoterapéutico,
pero la FDA me obliga a probarlo primero en ratones"

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Psicología de la persuasión




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7 de febrero de 2009

Menos mal que nos queda Pocoyó

He visto hoy un par de posts en Cognitive Daily en que resumen investigaciones recientes sobre el efecto de TV en niños pequeños. En un primer estudio, sobre una muestra bastante grande (+900) de niños menores de 3 años y de entre 4 y 5 años, se evaluó el tipo de TV (educativa tipo Barrio Sésamo, entretenimiento no violento tipo Rugrats o los Picapiedra, y violenta tipo Power Rangers) que normalmente veían (sus padres llevaron algunos registros diarios) en 1997 y en 2002 se reevaluaron psicológicamente a nivel atencional detectando que el ver televisión no tenía relación con problemas de atención en niños de 4-5 años, pero sí en los menores de 3, pero con un perfil diferenciado: mientras la TV educativa no mostraba relación, el tiempo diario de TV no violenta de entretenimiento y sobre todo la violenta sí se relacionaban con tasas significativamente superiores (aunque no dramáticamente) de problemas atencionales en el retest de 2002. El estudio está disponible en abierto en Pediatrics y consideró y ajustó muchas variables potencialmente interfirientes como depresión materna, ausencia del padre, nivel económico, conflicto parental, etc.; los resultados apuntan en la misma dirección que estudios anteriores, y además diferencian tipos de programas. Señalan además que los programas no educativos tienen un ritmo de escenas muy superior a los educativos, pero además suelen usar un lenguaje más adulto (en términos y en pronunciación), no fomentan habilidades imaginativas o de rolplay, ni comportamientos prosociales de relación, y el ruido y agresividad podrían interferir en el aprendizaje de la autoregulación. Aunque con deficiencias metodológicas, es un estudio sólido para justificar profundizar en esa línea.


Un segundo estudio de los mismos autores (en abierto, aquí) con la misma muestra, seleccionando exclusivamente entre 2 y 5 años (n=330), pero con una variable dependiente distinta (comportamiento antisocial evaluado por los padres de manera estandarizada) ofreció otras conclusiones interesantes: no existe asociación alguna entre tipo de programas de Tv y rasgos antisociales en el subgrupo de niñas, pero sí la hay, y bien clara, en el grupo de niños: nuevamente la TV educativa queda al margen (es más, parece tener un efecto positivo preventivo), pero especialmente la violenta sí muestra correlación clara con las conductas antisociales en el retest, incluso ajustando la influencia de otras variables como conductas antisociales previas, ausencia del padre, estatus económico, nivel educativo de padres, nivel de estimulación emocional y cognitivo en medición inicial,...


Barrio Sésamo debutó en España en el 76; recuerdo tomar conciencia con 8 años de que llamarse Gustavo lo pondría a huevo al día siguiente en el cole, pero lo llevé con mucha dignidad, orgullo incluso. Ahora Pediatrics me confirma la superioridad moral de la rana verde: la espera ha valido la pena.
Come moscas. Sale con una cerda. Es una estrella de Hollywood.
Vive tus sueños.
Pásalo. Fundación para una vida mejor.

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Miénteme

Para los que gustan de usar el adsl para ver TV interesante, sin doblajes, y eludiendo el carrusel de cómprames, hay una serie nueva (creo que ayer echaron el tercero) que tiene cierta gracia para los interesados en la psicología: Lie to Me (en Fox), basada en la línea de trabajo de Paul Ekman, que es un notabilísimo psicólogo especialista en microexpresiones, lenguaje gestual/corporal y detección de mentiras. Ekman, que asesora y comenta el lado científico de la trama en su web, tiene incluso algún DVD de entrenamiento en microexpresiones (expresiones mínimas, de duración brevísima, que fuera del control voluntario delatan sin duda el estado emocional de la persona) que no cuesta mucho descargarse gratis por ahí (en inglés; METT/SETT). Paul Ekman es profesor de psicología en la Uni de Californis en San Francisco y consultor habitual para el FBI, CIA, jueces, policía, e incluso Pixar y Light and Magic.
Digamos que las tramas policiales son más o menos del montón, pero la gracia está en los minutos de instrucción práctica que se comparten con la audiencia: desde por qué (y cómo) el polígrafo es impreciso y poco válido, al reconocimiento de lenguaje gestual-expresiones faciales-etc. ilustrado convenientemente con imágenes de invitados involuntarios tipo Nixon, Clinton-Lewinsky, OJ y por supuesto los queridos amigos Cheney/Bush.
Ekman, entre otras, ha estudiado la universalidad de las expresiones emocionales humanas apoyándose en nativos de Nueva Guinea que vivía en la edad de piedra (dando la razón a Darwin); ideó un sistema complejo pero muy preciso para identificar las combinaciones de los 43 músculos faciales que usamos al expresar emociones; es el inspirador de la idea comprobada de que adoptar una expresión facial facilita en nosotros la emoción construída así corporalmente (Stanislavsky al revés, y es real incluso sin ser consciente de la expresión que tienes; pon cara triste y te sentirás triste, un punto menos para la catarsis sistemática), y también ha mostrado en un estudio que los psiquiatras/psicólogos, polis, jueces y demás detectamos mentiras igual de mal que el resto de la gente: de churro.

Localizar capítulos y subtítulos aquí.
Aquí, Hillary dice que está deseosa de colaborar con Obama; su cabeza se mueve traicionándola: buenísimo. Por esto mucho de estos contados especialistas en comunicación gestual bajan el volumen de la TV cuando analizan a los políticos.

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5 de febrero de 2009

Gomorra Labs.

Marcia Angell, antigua editora jefe del New England J of Med, profesora-lecturer de Medicina Social en Harvard, ha publicado un artículo en el New York Times sobre el estado de la cuestión en el tema de las relaciones entre laboratorios y médicos investigadores al hilo de varis libros de reciente publicación (el suyo incluido) sobre el tema. Algunas perlas:

...el Dr. Joseph L. Biederman, profesor de psiquiatría en la Harvard Medical School y jefe de psicofarmacología pediátrica en el Massachusetts General Hospital. Gracias a él principalmente, niños de hasta 2 años de edad se están diagnosticando de trastorno bipolar (incremento de 40 veces desde 1994 al 2003) y tratados con cócteles de fármcaos algunos de los cuales no están aprobados por la FAD para ello, y ninguno en niños menores de 10 años.

En Junio un senador, Grassley, reveló que los laboratorios implicados habían pagado al Dr Biederman 1,6 mill. de $ entre 2000-07 por asesorías y charlas. El presidente del Mass. Gen Hospital se solidarizó con el calvario que estas afirmaciones estaban provocando en los doctores implicados y sus familias (?).
Grassley siguió con Schatzberg, presidente electo de la APA, con 6 mill de $ en acciones en una compañía farmacéutica que intenta probar las aplicaciones de una píldora aboriva (la famosa píldora del día después) en trastornos psicóticos; el tema adicional es que era el investigador líder en proyectos financiados por el NIMH (insituto Nacional de Salud Mental). Luego el senador (cual Indiana Jones) siguió haceindeo amigos con el Dr. Nemeroff, otro crack del star system de los líderes de opinión cuyas sugerencias mueven el mercado (tipo Oprah para no cambiar de contexto pero en pastillas).
Revisa temas que ya se citaron en este blog, como la tendencia a no publicar resultados de ensayos clínicos que mostraban falta de eficacia en psicofármacos, sesgando la visión final, o rediseñando las conclusiones para que parecieran positivas (benditas estadísticas); particularmente cañera con la paroxetina. Reivindica el estudio de Kirsch que concluye sospechas de que los principales ISRS pueden suponer unas tasas de efiacacia no mucho mayores que las del placebo. Otra perla:
...de los 170 contribuyentes a la edición más reciente del DSM, 95 tienen lazos financieros con compañías farmacéuticas, incluyendo a todos los de las secciones en trastornos del estado de ánimo y esquizofrenia.
Después de analizar la estrategia de marketing del neurontin (gabapentina) y cómo simplemente se amplían las indicaciones (de la epilepsia original, y el dolor neuropático, a trastornos bipolares, estrés postraumático, insomnio, síndrome de piernas inquietas etc.etc.), sugiere esto (a propósito también de cómo ampliar la fobia social hasta incluir a los tímidos y así hacer más caja, que la crisis está fatal; por cierto, en esto también los psicólogos somos susceptibles de la misma actitud mesiánico-empresarial, cuidadín todos) :
Parece que la estrategia de los especialistas en marketing (muy exitosamente) es convencer a los americanos de que hay dos tipos de personas: los que tienen trastornos que requieren tratamiento farmacológico (o psicoterapéutico, diría yo) y los que aún no lo saben.

Un matiz respecto a la psicoterapia es que las psicólogos no estamos constreñidos por el concepto de tener que ser curanderos: nuestro objeto (como disciplina y como profesionales individuales) a veces es clínico, a veces no. Pero desde luego hemos de cuidar el no psicopatologizar por la cara.

Por supuesto, la doctora aboga por separar nítidamente los vínculos entre investigación / investigadores y laboratorios más o menos voluntariamente por parte de todos los implicados...o vendrá el coco del gobierno (ya se sabe que en USA son muy alérgicos al gobierno; que venga el senador con el látigo).

Ahora compárese este tipo de artículo (con cifras, argumentos, documentación, nombres y apellidos, etc.) con los apaños de El País. Otro tema, claro, pero definitivamente otro estilo, otra rigurosidad.

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