30 de julio de 2009

Influencia II: consistencia

"It is easier to resist at the beginning than at the end."—Leonardo da Vinci

Es un motivador esencial. Por un lado, una alta consistencia se valora socialmente de forma muy positiva, asociada a valores de fuerza de carácter y fiabilidad. En segundo lugar, funciona como un automatismo protector del pensamiento rumiador (aunque también nos escaquea de tomar demasiada conciencia de nuestras contradicciones internas). En tercer lugar, simplifica una realidad diaria compleja al permitirnos tomar decisiones de una manera fácil, práctica.
La clave es el compromiso inicial: una vez se establece, la consistencia empuja al individuo en esa dirección, lo mantiene y lo intensifica (al estilo Kaizen). Es el pie-en-la puerta: si hay una compra pequeña, le sucederán otras mayores. Una vez tienes la autoimagen de alguien donde quieres, la persona tenderá a cumplir de forma natural con un montón de requerimientos que sean consistentes con esa manera nueva de verse.
Por supuesto hay maneras más o menos execrables (Cialdini describe las tácticas chinas con prisioneros americanos en la guerra de Corea en los 50: conseguir que hicieran pequeñas concesiones iniciales, como escribir un ensayo sobre lo que ellos creían que un comunista pensaría sobre ciertos temas, incluso simplemente copiarlo de un modelo, favorecía posteriormente pequeños cambios actitudinales que, con persistencia e ingenio, llegaban en algunos casos a transmitir información militar relevante; por supuesto las sectas conocen muy bien esta técnica de los pasitos cortos: primero vas a una charla abierta sobre teosofía o el poder de la mente o vas a estudiar a un centro juvenil del Opus, y al final acabas rapándote la cabeza y vestido de naranja o de supernumerario). La consistencia es un motivador que se interioriza, porque en general creemos más en lo que hacemos que en cualquier otra pata de nuestras actitudes, o al menos derivamos nuestro conocimiento de quiénes somos (identidad) en gran medidad de cómo nos comportamos.
A la consistencia le crecen patas: se autoperpetúa, fluye en su propia inercia autorreforzada. Sin embargo, para que un compromiso sea eficaz en este sentido, ha de ser: activo, público, con esfuerzo, y elegido libremente:

-Activo: desde dentro, hay una presión de adecuar la autoimagen a la acción.

-Público: desde fuera, una presión más sutil a ajustar esta imagen con la percepción que se tiene de nosotros.

-Esfuerzo: cuanto más nos cuesta (dentro de lo posible) más nos implicamos (ver rituales de iniciación en colegios mayores, o boot camps de marines).

- Libre elección: aceptamos responsabilidad por un comportamiento que creemos haber elegido poner en marcha en ausencia de presiones externas relevantes.

A similar technique involved political essay contests that were regularly held in camp. The prizes for winning were invariably small—a few cigarettes or a bit of fruit—but were sufficiently scarce that they generated a lot of interest from the men. Usually the winning essay was one that took a solidly pro-Communist stand ... but not always. The Chinese were wise enough to realize that most of the prisoners would not enter a contest that they thought they could win only by writing a Communist tract. Moreover, the Chinese were clever enough to know how to plant in the captives small commitments to communism that could be nurtured into later bloom. So, occasionally, the winning essay was one that generally supported the United States but that bowed once or twice to the Chinese view. The effects of this strategy were exactly what the Chinese wanted. The men continued to participate voluntarily in the contests because they saw that they could win with essays highly favorable to their own country. Perhaps without realizing it, however, they began to shade their essays a bit toward communism in order to have a better chance of winning. The Chinese were ready to pounce on any concession to Communist dogma and to bring consistency pressures to bear upon it. In the case of a written declaration within a voluntary essay, they had a perfect commitment from which to build toward collaboration and conversion.

[...] If, however, the idea was to attract large numbers of entrants, why were the prizes so small? [...] They wanted the participants to own what they had done. No excuses, no ways out were allowed. A pledge who suffered through an arduous hazi
ng could not be given the chance to believe he did so for charitable purposes. A prisoner who salted his political essay with anti-American comments could not be permitted to shrug it off as motivated by a big reward.

[...] Given the Chinese Communist government's affinity for the political essay contest as a commitment device, it should come as no surprise that a wave of such contests appeared in the aftermath of the 1989 massacre in Tiannanmen Square, where pro-democracy protesters were gunned down by government soldiers. In Beijing alone, nine state-run newspapers and television stations sponsored essay competitions on the "quelling of the counterrevolutionary rebellion."

En psicoterapia, creo que tenemos ciertas ventajas potenciales como instigadores de cambio sobre la psicofarmacología: esencialmente el uso de los factores de actividad (hay que hacer algo), esfuerzo, y elección libre (a veces ignorado en la prescripción médica más de lo que es necesario en ciertos casos específicos, y posiblemente uno de los motivos de las bajas tasas generales de adhesión a los tratamientos).
Caildini muestra ejemplos detallados de uso reprobable (acuerdo una venta del coche en 11.000 euros, pero finalmente acabo pagando 11.700) y recomendable (reducción de gasto de energía eléctrica en los hogares). También comenta una aplicación educativa esencial: la amenaza de castigo es eficaz si uno está dispuesto a hacer de policía (no se castiga el acto, sino que te pillen); interiorizar moralmente la regla en cuestión es factible sólo si el niño se responsabiliza de ella, y esto requiere más bien una razón que acepte inicialmente como válida y que apoye una conducta inicial concreta en la dirección deseada (lo difícil es encontrar esa razón inicial adecuada para ese niño concreto). Esto es válido para cualquier proceso de cambio, realmente (es preferible tener un por qué adecuado).


La defensa ante este mecanismo de persuasión no es sencilla; Cialdini recomienda apoyarse en la intuición del primer instante, y/o confiar en el instinto cuando ante una propuesta nos sentimos incómodos (corporalmente, sin saber por qué), al menos para detenernos y posicionarnos.

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24 de julio de 2009

Influencia I: reciprocidad

“There is an obligation to give, an obligation to receive,
and an obligation to repay” - Marcel Mauss


La reciprocidad es una regla humana incorporada a todas las culturas y que procede supuestamente de una ventaja evolutiva notable: permite la división del trabajo, el intercambio de bienes y servicios, y la creación de estructuras de interdependencia que une a los individuos en unidades mayores y más eficaces. El grupo presiona a los miembros a cooperar entre sí amenazando con una pérdida de reputación al que no colabora; así que todos nos sentimos obligados a devolver (eventualmente) los favores recibidos (en otros términos, el altruismo recíproco / justicia que comentaba Haidt en nuestra moral). Inclusive nos sentimos obligados a recibir (sin esto, la regla sería débil y su sentido evolutivo frágil).
La variante más simple es ofrecer algo y posteriormente pedir algo más a cambio (un clásico de voluntario de cruz roja regalándote un pin y luego pidiendo una contribución voluntaria; o de primera visita al dentista: ¡revisión sin coste!; o muestras gratis de queso en el súper). La fuerza de esta tendencia es independiente de si nos cae bien o no el dador-peticionario. Además, cuanta más sorpresa hay en el regalo, o en la petición, parece haber mayor respuesta favorable (nos cortocircuita la capacidad de convertir lo automático en reflexión).
Un problema muy relevante para la temática más habitual de este blog aparece, p.e., cuando los médicos reciben regalos de los laboratorios (en USA al menos, parece ser además que los psiquiatras son los especialistas con mayor valor de regalos recibidos): se entra en la dinámica tanstaafl (there ain't no such thing as a free lunch). Esto influye notablemente en los hábitos de prescripción como muestran varios estudios relevantes (ver revisión) y como deben tener bastante claro los laboratorios (su gasto, como empresa, necesariamente ha de ser es una inversión dirigida a aumentar los beneficios); en el Johns Hopkins ciertos regalos han sido prohibidos como muestra de lucha anticorrupción, aunque como bien critica el Carlat Psych Blog, es más marketing cosmético que control real. Supongo que el cobro de cantidades notables de pasta por una charlita de powerpoint también puntúa, al menos en el cableado inconsciente, como regalo parcial. Sin embargo, es una cuestión fundamental entender que la prescripción de fármacos se ve influida (con implicaciones asistenciales y financieras importantes para los pacientes y para el conjunto de los ciudadanos/Estado); sustituir un cheque al portador por un vale de compra de libros o material informático para la investigación no es una fórmula aceptable aunque parezca más limpia (eso libera otros recursos monetarios igualmente, y en cualquier caso psicológicamente crea la misma sensación más o menos inconsciente de deuda, o puede incluso que más al estar más personalizado).
Una variante más sofisticada consiste en solicitar algo (una compra, un favor) de mayor enjundia, y ante la negativa, pedir una versión más simple (y menos costosa, pero probablemente la que era el objetivo original); esto se ve de hecho como una concesión, de forma que el rechazo inicial (que suele generar cierta incomodidad) y sobre todo la "concesión" subsiguiente de la parte instigadora nos impulsa a aceptar la nueva versión, beneficiándose del principio de contraste propuesto en la entrada anterior (técnica de rejection-then-retreat). Es decir: primero se nos ofrece el artículo muy caro y sobrevalorado, y cuando lo rechacemos se nos muestra el que quieren empaquetarnos. El cliente tiene así por añadidura una falsa ilusión de control, y encima muestra más satisfacción.


Cialdini propone defendernos de estas tácticas a través de tomar conciencia de ese mecanismo involuntario, y revertir la percepción de regalo (cuando proceda) por la de intento de manipulación (entonces nos sería aceptable una respuesta de rechazo o directamente de me-como-el-queso-y-hasta-luego-lucas). Por supuesto, prudentemente intentando evitar los falsos positivos y actitudes de-entrada-no que son tan nocivas para la salud mental (o sea, más bien parar la situación, activar la reflexión y sopesar la intencionalidad del regalo). No obstante, como siempre que se convierte lo automático en conciencia, es un esfuerzo añadido.
En fin, la vida es difícil: necesitamos ser ingenuos, pero no demasiado, y quién sabe cuál es el equilibrio correcto... (continuará).

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23 de julio de 2009

Fulanos interesantes en Ψ: Cialdini

Robert Cialdini es un profesor universitario de psicología social y marketing que escribió hace unos años el que es, posiblemente, el libro más influyente sobre persuasión: Influence: Science and Practice (ya 4ª ed.). Es un libro muy bueno en el sentido de su amplitud y sobre todo por ese estilo pedagógico americano fácil que parecería poder entender un niño de 8 años (igual me he pasado, pero pillan la idea). Un dato fantástico es que Cialdini, cual De Niro preparando una peli bajo el método, pasó 3 años trabajando en diversos curros de vendedor (seguros en una oficina, coches usados en un concesionario, ventas telefónicas) y entrevistó y analizó a publicistas, agencias de anuncios, incluso miembros de cultos religiosos que captaban adeptos, y analizó toda esa información, la combinó con investigaciones de psicología social, y desarrolló su modelo de los 6 factores de influencia/persuasión que expone en su libro (y que posiblemente iré desgranando aquí en sucesivas entradas). Por lo pronto, un ejemplo encantador (excepto si lo hiciera mi hija) del llamado efecto de contraste perceptivo (o efecto señuelo):

"Queridos mamá y papá:

Desde que marché a la universidad he estado escribiendo poco, y siento haber sido tan inconsciente. Os pondré al día ahora, pero antes de que sigáis leyendo, por favor sentaos. No leáis nada más hasta estar sentados, ¿vale?
.

Bueno, me va bastante bien. La fractura de cráneo y las contusiones producto de haber saltado por la ventana del dormitorio cuando se declaró el incendio, justo recién llegada, están casi curadas. Sólo pasé dos semanas en el hospital y ahora puedo ver casi con total normalidad y los dolores de cabeza sólo me viene una vez al día. Afortunadamente, un empleado de la gasolinera cercana fue testigo del incendio del dormitorio y de mi salto y pudo llamar a los bomberos y a la ambulancia. Me visitó en el hospital, y ya que no tenía a dónde ir por el incendio, fue tan amable de invitarme a compartir su apartamento con él. Realmente es un sótano, pero tiene mucho encanto. Es un chico muy majo; estamos enamorados y planeamos casarnos. Todavía no tenemos fecha, pero será antes de que se note el embarazo.

Sí, papá y mamá, estoy embarazada. Sé que estáis muy ilusionados con ser abuelos, y sé que recibiréis al bebé con los brazos abiertos y le daréis el amor y devoción que me disteis a mí cuando niña. La razón del retraso de la boda es que mi novio tiene una pequeña infección que sin querer me ha contagiado, pero sé que le recibiréis en la familia con los brazos abiertos. Es muy amable, y aunque no tiene estudios, es muy ambicioso.

Ahora que os he puesto al día, quisiera contaros que no hubo incendio, ni contusiones, ni fractura craneal; no estuve en el hospital, ni estoy embarazada, ni prometida, ni infectada, ni tengo novio. Sin embargo, he suspendido Estadística y Química, y quiero que podáis analizar estos datos en la perspectiva adecuada.

Con mucho amor, vuestra hija
Sharon"


"Sharon suspendió varias asignaturas, pero sacaría un Sobresaliente en Psicología", Cialdini dixit.

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Aforismos para psicoterapeutas quemados

"Sólo porque no me importe no significa que no entienda."

"El alcohol: causa y solución de todos los problemas."

"Quiero compartir algo contigo: Tres pequeñas frases que te ayudarán a lo largo de tu vida:
1- ¡Cúbreme!, 2- ¡Buena idea Jefe!, 3- Estaba así cuando llegué."

"Si algo te resulta difícil, no vale la pena que lo hagas."


"Tendrá todo el dinero del mundo... pero habrá algo que jamás podrá comprar.... un dinosaurio"


"Ahora con internet los niños se te educan solos..."


"La vida es una aplastante derrota tras otra hasta que acabas deseando que se muera Flanders"

"Intentarlo es el primer paso hacia el fracaso."

Homer Simpson

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21 de julio de 2009

Psicólogos, canguros y animadores de fiestas

Arien Hochschild es una socióloga feminista (sic) que desde hace años investiga cómo trabajo y hogar se han disociado hasta el punto de que la capacidad familiar para el cuidado afectivo se ha desintegrado, y de hecho contratamos en el mercado a personas que provean ese cariño/cuidado. En la introducción de su último libro (La mercantilización de la vida íntima):

En el año 1900, menos de un quinto de las mujeres estadounidenses casadas trabajaban por un salario; en 1950 lo hacía aproximadamente el 40 por ciento, y en el año 2000, cerca del 70 por ciento. En efecto, esté o no presente el marido, seis de cada diez mujeres con hijos de 2 años y más de la mitad de las mujeres con hijos de 1 año trabajan fuera del hogar, y hoy en día también trabajan las abuelas, las tías y las vecinas a quienes una mujer podría haber acudido en busca de ayuda para cuidar a sus hijos. Lejos de reducir su horario de trabajo, los padres lo han extendido, en tanto que el índice creciente de divorcios ha llevado a que muchos padres dejen todo el cuidado de sus hijos en manos de sus ex esposas. Como consecuencia de este proceso hay menos colaboradores en el hogar, en tanto que mucha gente no encuentra o no puede pagar personal que cuide bien a sus hijos.[...]

Y este vacío ha tenido consecuencias curiosas. Por un lado, el cuidado de niños y ancianos parece haber descendido de categoría en cuanto a los honores y la recompensa monetaria, y se ha transformado en un trabajo del que es preciso salir o que debe dejarse vacante para quienes no logran conseguir un empleo mejor. Por otro lado, la tarea ha adquirido mayor importancia ideológica, como parte de un vehemente y confuso intento de crear una familia y una nación más cálidas y gentiles. El "cuidado" se ha ido al cielo en el terreno ideológico, pero en la práctica se ha ido al infierno.[...]

Cuando reemplazamos el cuidado familiar por cuidado pago, ¿qué podemos hacer para que éste funcione bien desde el punto de vista humano? A medida que la familia "artesanal" se transforma en una familia posindustrial, las tareas que antes se llevaban a cabo en el interior del núcleo familiar se confían cada vez más a especialistas externos: cuidadores de niños y de personas mayores, enfermeros, profesores de colonias de vacaciones, psicólogos y, entre los más ricos, choferes, ensambladores de álbumes familiares y animadores de fiestas de cumpleaños
[smile!]. Cada vez producimos menos cuidado familiar y cada vez lo consumimos más. En efecto, cada vez es más común que "cuidemos" mediante la adquisición del servicio o el objeto apropiados.[...]

Hochschild analiza cómo contratamos en el mercado capitalista a quienes se encargan de los afectos (familiares y personales) bajo esa aparente contradicción de invertir nuestro tiempo en ganar pasta con que pagar el tiempo de otros que hagan lo que nosotros deberíamos hacer (que es propia de la eficacia del mercado, pero que si implica lo afectivo no parece compensar tanto), e incluso reparte estopa contra los libros de autoayuda feministas tipo Mujeres que aman demasiado que realmente propugnan una afectividad más fría y desapegada, un formato de inversión a supervisar (en la línea del Amor Líquido de Baumann).
Hochschild, que plantea una tesis interesante y que merece una reflexión, incluye en esta cuadrilla de cuidadores afectivos explícitamente a los psicólogos. Además de en el texto anterior, en el último suplemento cultural de La Vanguardia (369) dice literalmente en un extenso artículo: "Cien años atrás a nadie se le ocurriría pagar para que otros le escuchasen. Para eso estaban los amigos o el sacerdote. Ahora, incluso la gente más madura emocionalmente acude al terapeuta. Está totalmente aceptado". Esta frase es muy importante. Entiendo que hay muchos tipos de relaciones de ayuda, y que algunas igual se basan exclusivamente en la escucha; esto es lícito, tanto en la venta como en la compra (ca uno es ca uno). Sin embargo, creo que igualar la psicoterapia con esto (y con ser una oreja de alquiler) es una generalización sensacionalista y poco creíble. Es posible, pero no probable. Y trae a cuestión cuál es la percepción que genera nuestra profesión (el artículo revela en la misma línea que en USA hay gente llamada wantologists que le averigüan a uno lo que uno quiere en la vida; esto, p.e., es exactamente lo que un psicoterapeuta no hace; en mi opinión tampoco hacemos lo que el sr. prostituto de la viñeta - que encuentro muy divertida, por cierto).
Hochschild no parece reconocer que una cosa es la queja y otra la demanda, y que ésta última es la razón de ser de una psicoterapia (y no la primera): se busca un objetivo, hay un acuerdo (a veces cambiante, o algo ambiguo) de propósito (y ojo, que la demanda puede ser o no clínica; es decir, la psicoterapia puede tener perfecto sentido en procesos no patológicos sino adaptativos o de conciencia). Ocasionalmente, puede que la escucha sea el eje principal (un duelo bloqueado, p.e.), pero incluso si así fuera, el objetivo de una psicoterapia es ¡que el cliente deje de acudir!. Damos espacio a los afectos, pero si ocupamos una posición de cuidador ésta es necesariamente transicional y dirigida desde el principio a dejar de serlo, al empowerment del otro, muy distinto al cuidar como objetivo en sí de una nanny o un cuidador para el abuelo o un enfermo (sin menosprecio; la autora tampoco lo hace, simplemente señala el vacío social generado en nuestro sistema económico productivo que obliga a subcontratar estas funciones fuera de la familia). Quizás la de escuchador es una imagen que deriva aún de los iconos populares y caricaturizados del psicoanálisis de diván y asociación libre o de la terapia rogeriana, pero el psicoterapeuta debe siempre (intentar) tener la mayor y más objetiva conciencia posible del tablero de juego y de hacia dónde mueven (ambas partes) las fichas (la escucha es parte del encuentro, pero no su finalidad). Por otro lado, sí tiene parte de razón en su cuestionamiento: es cierto que muchas personas/padres/familias acuden con el deseo de que nos hagamos cargo (nos responsabilicemos) de sus carencias, e indefinidamente si pueden, y que los sustituyamos como padres/parejas/sí mismos, y aunque esa vieja trampa se supone que está reconocida, puede que en casos particulares sea aceptada erróneamente esa en principio inaceptable demanda. Ciertamente es uno de los peores correlatos de la psicologización de la vida cotidiana: la dependencia del experto. Pero igual que la psiquiatría afortunadamente no es igual a sus usos equivocados tipo Malleus Maleficarum, la psicoterapia como concepto no es igual a la parentalidad o a la abrazoterapia.
En fin, que el mito del psicólogo como confesor moderno, pañuelo de lágrimas u oreja prestada me parece que habla más de las (¿seudo?)terapias amateurs y de una visión que, quiero pensar, es distorsionada... o quizás francamente sintomática (no de Hochschild, sino del espacio social en que la psicoterapia se (¿nos?) ha caído).

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19 de julio de 2009

Ciencia negativa y yatrogénica

Como ven, sigo con demasiado tiempo libre.

El último número de Edge hace una pregunta fundamental lanzada a decenas de los más eminentes científicos, artistas y pensadores de nuestro tiempo: ¿Qué cambiará todo?. Las eminencias se dedican a sugerir y desarrollar respuestas como "vida extraterrestre", "nuevas formas de energía", "prueba de la hipótesis de Riemann", "reingeniería del yo ("neurocosmética" dice uno; hay muchas de estas, incluso intuición-educada-por-ordenador); es decir, una explosión de optimismo omnipotente. La mejor, sin embargo, de las que he leído es la de Taleb (este señor del libro El cisne negro, aquí entrevistado en La Vanguardia; economista -matemático-epistemólogo centrado más en el estudio del azar y cómo no joderla - y en qué no hacer - que en hacerse rico; después de 12 años predicando en el desierto, la megacrisis que padecemos le ha dado la razón). Pues bien, el señor Taleb, coherentemente, dice que lo mejor que nos puede pasar es entender la yatrogenia y la negatividad implícitas en el conocimiento científico. A la ciencia académica nunca le gustaron los resultados negativos, dice, y hay pruebas múltiples de ello p.e. en las publicaciones (mediatizadas por los laboratorios generalmente, se supone) que nos nutren de legitimidad. Taleb habla en concreto de la Medicina (y se aplica muy bien a la psicoterapia también):

Even in medicine, that is, modern medicine, the ancient concept "do no harm"
sneaked-in very late. The philosopher of Science Georges Canguilhem wondered why it was not until the 1950s that the idea came to us. [...]

Alas, once again, the elders knew better –Greeks, Romans, Byzantines, and Arabs had a built-in respect for limits of knowledge. There is a treatise by the Medieval Arab philosopher and doctor Al-Ruhawi which betrays the familiarity of these Mediterranean cultures with iatrogenics. I have also in the past speculated that religion saved lives by taking the patient away from the doctor. You could satisfy your illusion of control by going to the Temple of Apollo rather than seeing the doctor [...]

You cannot do anything with knowledge unless
you know where it stops, and the costs of using it.

Yo creo que tenemos más que ganar con comentarios como éste que con los brindis al sol de los otros pavos. Por esto me gustan esos blogs plagados de dudas metódicas, de prudencia, y ahora que lo pienso, de risas de los diablos.

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Humor placébico

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Humor analítico (II)


De savage-chickens.

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17 de julio de 2009

"Hay que vivir ingenuamente, y lo digo sin ingenuidad"

Javier Sádaba, catedrático de Ética


67 años. Nací en Vizcaya y vivo en Madrid. Doctor en Filosofía y Letras, licenciado en Teología y catedrático de Ética.

¿Sigue preguntándose sobre el sentido de la vida?
Tenga sentido o no, es la pregunta fundamental. Hay que preguntarse seriamente si podemos sacarle jugo a esta vida.

En eso estamos todos.
Sí, pero lo que más nos importa se nos suele ir por las rendijas de la trivialidad: al margen de que uno sea futbolista o ajedrecista, nuestra felicidad depende de cómo posamos el pie en este mundo.

Aprendemos caminando.
Hay que tener muy despierta la inteligencia y la sensibilidad, porque hay cantidad de estímulos que nos vienen de fuera y que deberíamos aprovechar. Hay que estar como los indios: con la oreja siempre pegada al suelo. Y me parece decisivo tener carácter, es decir, querer estar bien, no dejarse llevar por los acontecimientos, ir directamente a las cosas con una voluntad fuerte.

Eso es tarea de una vida entera.
La vida buena, la felicidad, hay que currársela, no viene dada como un don del cielo. Y al final lo que uno hace es respirar bien: algo que está en potencia y uno lo pone en acto.

¿Con qué herramientas contamos?
Al final el objetivo es llegar a ser tú mismo, construirte, y para ello es necesario conocerse bien, saber lo que uno puede, cuáles son sus poderes, y desechar lo que no puede. Otra es saber estar bien con los demás.

Eso es muy difícil.
Habría que repetir una y mil veces aquella frase de Bergamín: "Sólo los solitarios son solidarios".

Hay que empezar por uno mismo.
Hay que saber de uno y, después, saber salir a los demás. Si uno es egoísta, aparte de que no hay nada más feo, se achica a sí mismo. Uno crece si crece con los otros. Desarrollar un altruismo inteligente es al final lo que merece la pena.

¿Qué impide la buena vida?
Aparte de uno mismo, en esta época sobreestimulada, ir deprisa por la vida y cierta patología sociopolítica que nos está hundiendo, que ha extendido el reino de la mentira, que valora muy poco a la gente por lo que ella pueda dar. Se trata de un paternalismo desilustrado.

Eso suena terrible.
En los países desarrollados hay un desequilibrio entre el desarrollo tecnocientífico y los sentimientos morales. Una inmensa disfunción entre lo que podríamos hacer y lo que hacemos.

Ponga el énfasis...
Lo pondría en la sensibilidad y los sentimientos, que son la llave para entrar en la vida buena, en nosotros y en los otros, y como guía la inteligencia, que es esclava de las pasiones pero siempre es un gran faro.

¿Y por qué estamos tan perdidos?
Deberíamos reflexionar más sobre aquello que está en nuestras manos hacer y crear unas relaciones mucho más auténticas. Hemos sido cómplices de unas instituciones que no han sabido hacerlo, y por eso estamos tan perdidos.

Igual lo que habría que hacer es eliminar unas cuantas.
El fracaso del avance democrático tiene mucho que ver con la alienación política de las instituciones, que en vez de ser los depositarios de la voluntad popular se han convertido en los que mandan e imponen sus intereses. Yo abogo por la abstención consciente.

... Pues le llamarán inconsciente.
La vida política se ha convertido en una noria de la cual no se sale: vienen unos, luego los otros, y todos son muy parecidos. La única forma de liberarse sería crear semilla en la sociedad, que cada uno viera que la vida política no va a cambiar desde la política, sino desde la acción cotidiana.

Usted dice que todos nacemos con un don, ¿está seguro?
Como decía Descartes, todos somos muy parecidos en inteligencia, pero después es una cuestión de disciplina, suerte y saber estar. La gente tiene capacidades ocultas que bien aprovechadas te pueden hacer la vida feliz.

¿Y para descubrir ese don?
Por una parte está el pensar, el ver como decía Wittgenstein, traspasar las cosas. A veces, callarse y esperar, y la gran mayoría de las veces, callarse y escuchar, fuera y dentro.

Yo, que me paso la vida escuchando, le diría que la acción es básica.
Sí, Wittgenstein decía que un concepto que no se aplica es vacío. Al final hay que comprometerse, hay que jugársela. Uno de los aspectos más deleznable de nuestros días es que no nos la jugamos, hay un miedo difuso que es paralizante. Todo el mundo teme salirse de la raya, ser considerado incorrecto, y las cosas cambian cuando uno actúa en consecuencia con lo que piensa.

¿Persigue la inocencia?
Persigo por lo menos la disposición a la inocencia: saber que las cosas pueden ser de otra manera. "Hay que vivir ingenuamente, y lo digo sin ingenuidad", decía Dostoyevski. De tonto no hay que ir, pero sí esperando siempre lo mejor de los otros, por lo menos como actitud de entrada.

¿El valor supremo?
Lo más artístico e interesante que hay en la vida es construir la propia bondad. El bueno inteligente es la más rara avis que existe, y ese me parece el valor supremo.

¿Y el humor?
Hay un nexo importante entre el humor y el amor, no sólo porque el humor es lo más erótico que existe, sino porque una persona con mucho humor es persona empática.

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16 de julio de 2009

Kaizen

Si das pasos demasiado largos no puedes caminar bien -Tao Te Ching

Aprovechando la fase de Rodríguez que disfruto y sufro a partes iguales, hace 3 semanas he decidido recuperar dos hábitos abandonados hace un tiempo pero sumamente beneficiosos (supuestamente más allá del placebo 1 y 2): correr y sentarme (zen). Por qué decide uno machacarse tiene que ver con el famoso experimento (clave en psicología) de los marshmallows de W Mischel (una excelente revisión de Lehrer en el New Yorker): conectar las opciones presentes con el resultado futuro. Sin embargo, queda el centralísimo tema en psicoterapia (y cualquier propósito de cambio, auto o hetero) de la resistencia (que sé que me produce invariablemente la autodisciplina). Así que he logrado aplicar uno de los supuestos más obvios pero posiblemente más sobreseídos de las teorías del cambio eficaz: plantearse objetivos mínimos intermedios, tan mínimos como se necesite para evitar la resistencia (esto es un ingrediente más o menos esencial de p.e. las terapias breves focalizadas a soluciones, en que se pregunta cuál es el mínimo cambio que el cliente consideraría aceptable como progresión, o se plantean experimentos conductuales pero sólo 1 día a la semana, o con tal persona, o cosas así) , y luego incrementarlos en dosis igualmente no resistentes. Es decir: empiezo en 8 minutos de zen y luego incremento semanalmente 1 ó 2 minutos; igualmente corro hasta un punto y luego sumo como 30 metros más cada vez (un poco tortuga, pero ¿no acabó adelantando a la liebre?). La propia elección de los propósitos es en sí también sobre cosas pequeñas, ordinarias, procesos a los que no se pide más que lo que son. Por ahora, voy haciendo (y ya es mucho).

Leí hace un tiempo que esta idea es muy antigua y se denomina kaizen en japonés (que quiere decir mejora continuada): aparentemente es la filosofía de cambio que inspiró el despegue económico nipón en los años 50 del siglo pasado (siempre buscar una mejora muy pequeña en un detalle ordinario). "Kaizen, al contrario de otras "filosofías empresariales", no se trata de realizar grandes cambios, más bien se enfoca en realizar mejoras pequeñas pero continuadas en todas las actividades, es una cuestión paso a paso y no de grandes revolcones. [...] Para que el kaizen dé resultados positivos, hay que mirar la empresa al revés, colocando a las personas de base en los primeros lugares ya que son ellos quienes generalmente conocen qué y cómo se puede mejorar, esto implica que la dirección y los empleados deben apostar por un cambio de mentalidad, en el cual los primeros aprenderán a soltar las riendas y los segundos a afrontar mayores responsabilidades. Esta nueva mentalidad empodera (sic) a los trabajadores" (tomado de gestiopolis.com).
En psicoterapia y cualquier propósito de cambio el poder dar un primer paso en un camino muy largo es crítico y también el poder dar un protagonismo valorativo y decisorio al paciente/cliente; a veces el deseo de llegar al final puede hacer que empujemos unilateralmente y más de la cuenta y reventemos el equilibrio.
Me suceda al final o no lo que a Mark Twain (que decía que dejar de fumar era muy fácil porque él lo había dejado ya muchas veces), es interesante practicar el no luchar contra uno mismo.


*(Por cierto, ahora que reparo en la apatía, hoy mismo el blog de la BPS difunde la noticia de la primera fotografía de Phineas Gage).

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15 de julio de 2009

Humor analítico (I)



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12 de julio de 2009

Haidt: felicidad, moralidad y política

Jonathan Haidt es un interesante autor, profesor de Psicología Social en la Univ. de Virginia (USA), e interesado en Psicología Positiva y Moralidad. Sobre el primer tema, tiene un libro interesante, y espantosamente traducido al castellano (que debieran evitar; los errores son tales que a veces se traduce lo opuesto exactamente, así que es confuso), llamado The Happiness Hypothesis, según Nature the most intellectually substantial book to arise from the positive psychology movement, y del cual les dejo un nota del autor a modo de resumen ligero, tomada de Edge.org:


Haidt investiga recientemente sobre todo la psicología de la moralidad en aplicación a la política y la religión contemporáneas. El acercamiento tradicional de la psicología se inició con el conductismo (aprendemos los valores a través del reforzamiento) y la teoría de desarrollo cognitivo en etapas de Kohlberg (construcción del sentido de justicia a través de la experiencia social, medido a través de la comprensión consciente de los dilemas y sus resoluciones). Sin embargo, cuando el péndulo histórico recuperó el papel decisivo de los circuitos emocionales en la racionalidad (Damasio), y se reconocieron las similitudes de los componentes morales con otros primates (De Waal), y la ubicuidad del sesgo autoconfirmatorio post-hoc (no somos tan racionales como racionalizadores), el estudio de la moralidad desde la psicología entra en un terreno renovado, inclusivo y muy ambicioso. Esta nueva atalaya implica 4 principios que Haidt expone con claridad en un artículo en Science:

1- Primacía Intuitiva (sin dictadura)
. La primacía afectiva (affective primacy, Zajonc) justifica la distinción entre intuición moral (afectiva, rápida, automática, hacia una valoración bueno-malo o atracción-rechazo) y razonamiento moral (controlado, consciente, busca una justificación/decisión moral). La intuición es primaria, el razonamiento es post-hoc (y somos muy buenos encontrando apoyo a lo que queremos creer). La reacción afectiva no es una dictadura (no es decisiva), pero sí un empujón sustancial. Haidt detalla 3 vías para contrarrestar este fenómeno, siendo la principal el exponernos a otras personas con contrargumentos (debatir).

2- El pensamiento (moral) sirve al acto (social)
. El razonamiento moral se parece más a un abogado o un político que a un científico: siempre nos es útil explicarnos lo que hemos hecho, y tener una explicación que nos justifique ante los otros, y poder analizar los actos de los otros a la vez. La reputación social es importantísima. Somos racionalizadores de lo propio y detectives desconfiados de lo ajeno.

3- La moralidad vincula y construye
(Durkheim). La cooperación se tiende a explicar en base al parentesco (genética común) o a la reciprocidad (interés directo). Pero ¿y el altruismo con extraños que nunca veremos de nuevo, o con el grupo como un todo? La moralidad obliga a los individuos a ligarse entre sí y construir grupos cada vez mayores con propiedades emergentes nuevas, más poderosas, y adaptativas.
La reciprocidad indirecta basada en el conocimiento público de las reputaciones de los individuos fomenta la cooperación. Aunque durante un tiempo se presuponía que la selección grupal era fácilmente reemplazable por versiones egoístas en la especie humana, lo cierto es que los grupos humanos se ven envueltos en prácticas culturales (que benefician al grupo y castigan el egoísmo) que modifican las circunstancias en las que los genes son seleccionados. Ahí Durkheim situaba la función de la moralidad colectiva - y de la religión como variante típica: crear normas, prácticas, creencias, que suprimen el ego-ísmo e instan a la cohesión del grupo para su beneficio como tal (cuya ausencia, la anomia, es tan nefasta para grupo e individuos).

4- La moralidad es más que Daño/Protección y Justicia
. Aquí está el nivel más original de aportación de Haidt. En la psicología de la moral, siempre se alude esencialmente a dos factores: el daño/cuidado/protección (paralelo a lo dicho sobre cuidado del parentesco) y la justicia/reciprocidad (paralelo al altruismo recíproco). Sin embargo, el nivel grupal añade otros tres factores usualmente descuidados en la investigación: Lealtad (dinámicas dentro-fuera del grupo); Autoridad (respeto y obediencia), y Pureza (corporal y espiritual). En general, en sus estudios Haidt observa que en occidente se valoran con frecuencia exclusivamente los dos originales (que suponen factores de individualización), y en oriente más los 5 (que incluyen por tanto diferencialmente una dimensión grupal). Además, en occidente (en estudios en diversos países) los de izquierdas se aferran a ese reduccionismo moral a dos valores, mientras los conservadores aplican los cinco factores (Haidt se cuida de aclarar que esto no supone ninguna valoración de superioridad moral per se de ninguna corriente política).

Caso de que sospechen que Haidt pudiera ser un infiltrado al servicio de la ideología más conservadora, aquí tienen una descripción de su próximo libro (2010) The Righteous Mind: Why good people are divided by politics and religion:

This book will be a friendly slap in the face to liberals and atheists, delivered by a liberal atheist who desperately wants his peers to wise up, drop their self-righteousness, and understand the moralities of conservatives and of religious groups.

Esto es apertura mental, digo yo.

TED tiene en abierto, subtitulada, una excelent y muy amena charla de Haidt sobre estas diferencias políticas. Si quieren participar en su investigación, visiten www.yourmorals.org.
Aquí hay una entrada anterior sobre felicidad y política y aquí sobre el factor del fundamentalismo en esa relación.
En este artículo en Edge, sugiere que la izquierda debe asumir moralmente esa utilidad necesaria de la dimensión grupal para expandir una convivencia más cohesionada, armoniosa, e inclusiva (eso sí, nutriéndola de valores coherentes con sus planteamientos, pero que atiendan a esa dimensión). Después de todo, el efecto Obama es, aparentemente, la suma de ciertos valores de izquierda (a la americana, claro) más un intento de unidad trascendente, de superación de las guerras de la cultura, de sumar talentos de todo el espectro político (que lamentablemente por estos lares aún no incorporamos con coraje).

Por otro lado, nadie es perfecto (Obama en el G8 sucumbiendo humanamente a la tentación, ante la mirada comprensiva de Sarkozy; empatizo).

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11 de julio de 2009

Pulitzers

Como tengo el propósito declarado de no dejar de ser diletante, y como a veces echo de menos una recomendación radicalmente convencida que me oriente en el proceloso mar de los engendros literarios, comparto con uds. el tremendo goce de dos obras maestras de la novela reciente, dos Pulitzer merecedores de la unanimidad que han cosechado.

"La carretera (Cormac McCarthy) resulta, en verdad, una joya narrativa. Cuenta una sencilla e impactante historia sobre un posible fin del mundo en un estilo bello y eficaz. El título alude a la carretera por la que un padre y su hijo de unos ocho años caminan en dirección a la costa sureste de Estados Unidos -lo sabemos por el tipo de arquitectura de algunas casas adornadas con pórticos de columnas sureñas. Van buscando el mar. Por razones desconocidas, la tierra aparece quemada y su superficie es de color gris. Hace mucho frío, nieva y llueve sin parar. La naturaleza ha muerto. Podemos especular que se trata de la vida después de una explosión nuclear o de las consecuencias extremas del cambio climático. Los protagonistas caminan por la carretera, abrigados con mantas y arrastrando un carrito de supermercado cargado con unas menguadas posesiones y víveres, buscando entre las ruinas de las casas que les salen al paso comestibles, latas de conserva, ropas de abrigo y velas para alumbrarse. Mas la historia no gira en torno a las miserias físicas sufridas, relata, por el contrario, la riqueza del sentimiento humano, del amor que une al padre con el hijo en tan anómalas circunstancias". elcultural.es. .
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"La maravillosa vida breve de Oscar Wao ( Junot Díaz). Además del sentido del humor, de la gracia oral, del uso de elementos fantásticos en los momentos más inesperados, La maravillosa vida breve de Óscar Wao goza de un diseño plenamente novelesco de la narración, si entendemos por novelesco no lo irreal e inverosímil, sino las estrategias de un narrador perspicaz que disfruta de revelar la información de manera que incremente el interés del lector: la capacidad, de la que gozan muy pocos autores, de proponer un grupo de personajes fascinantes y una historia adictiva. (letraslibres.com)".
El autor: "Me llevó siete años y muchas lágrimas porque no eres de verdad un novelista hasta que llegas al agujero más profundo de tu jodida vida, y desde ahí escribes".

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Reflexiones ligeras (o no) sobre la salud mental

Construcción social de los límites en psicopatología


Matrix psicofarmacológico



Neuroterapia pediátrica
Via y via.

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9 de julio de 2009

¿Autoayuda?

Un reciente artículo en Psychological Science argumenta que los libros de autoyuda pueden ser nocivos para su salud. De hecho, el repetirse mentalmente frases de contenido positivo sobre uno mismo sólo es útil, dicen, para los que no lo necesitan (alta autoestima) pero perjudicial para los de baja autoestima. La explicación provendría de la disonancia entre lo que me digo forzadamente y lo que siento/pienso realmente, con lo que refuerzo precisamente esta última cognición ("no valgo nada"; "soy estúpid@"). Hasta aquí, tiene su lógica, su respaldo teórico, y de hecho es algo que uno ve con cierta frecuencia en terapia como parte de la queja que se trae ("creo que tendría que decirme cosas más agradables, pero siempre me siento fals@, peor al hacerlo"). Estando de acuerdo conque es una vía esencialmente simplista y equívoca, también es cierto que el estudio lo es. De entrada, la autoayuda podría entenderse (afortunadamente) como algo más amplio y sólido que Louise Hay, "secretos" y demás. Autoayuda puede ser leer "El Profeta" o "El arte de amargarse la vida" o "El hombre en busca de sentido", o visionar "Pequeña Miss Sunshine", "Una historia verdadera" o "Elling". Aquí se habla de autoverbalizaciones positivas estrictamente. En segundo lugar, el diseño del estudio es absolutamente antinaturalista: repetirse "soy simpátic@" cada 15 seg. al sonido de una campana no parece muy realista. Sí es cierto que la teoría de la disonancia cognitiva y la experiencia clínica dicen que esa vía puede no ser muy sensata ni eficaz, y posiblemente desmoralizante, sobre todo en ausencia de convicción propia y naturalidad al ejercitarla (y de ahí la profunda insistencia en los últimos tiempos de las corrientes cognitivas en la aceptación y la conciencia como paso previo al compromiso de cambio), pero me temo que les ha salido un artículo un tanto amarillista (sensacionalista) o interesado: "no pruebe esto en casa sin la supervisión de un profesional".

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6 de julio de 2009

El lenguaje nos da forma

Ya sabemos que aquel mito básico del relativismo lingüístico (o del determinismo del lenguaje sobre el pensamiento) sobre los tropecientos términos que los esquimales usaban para la nieve es básicamente falso (resultado de una bola de nieve comunicativa) , o al menos similar en variedad al repertorio de esquiadores profesionales. Sin embargo, es indudable que el lenguaje da forma al pensamiento en cierta medida. Este artículo en Edge de una profe de Stanford especialista en el tema expone con convicción y amenidad varias investigaciones recientes sobre el asunto, describiendo ejemplos específicos y muy curiosos relativos a diversas lenguas: las percepciones del tiempo, del espacio, del color, de los adjetivos que asociamos a objetos en función de su género, se generan en parte en la lengua en que crecemos.
Gladwell decía algo similar en "Fueras de serie" para explicar la superioridad manifiesta de los asiáticos en habilidades matemáticas: el lenguaje chino, japonés o coreano está estructurado de manera que pueden hacer cálculos más rápidos, con menos errores, incluso...¡con mayor memoria a corto plazo! (porque su idioma les permite meter más cifras en los dos segundos del span atencional requerido).
No obstante, si el mito esquimal fuera cierto, este podría ser el libro de vacaciones de los esquimalitos.

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5 de julio de 2009

Placebo by proxy

Via Science Daily, accedo a un artículo de revisión del efecto placebo (uno tiene sus manías) en niñ@s con TDAH. Es muy interesante (y esto no sorprenderá a los constructivistas-sistémicos que ocasionalmente pasan por aquí) que, después de constatar que aprox. entre un 20 y un 30% de niños muestran efecto placebo en TDAH, y puestos a analizar los mecanismos del mismo, muestran (haciendo uso de un diseño placebo balanceado - cruzando las condiciones psicoestimulante / placebo con la información en-medicación / en-placebo) un efecto farmacológico independiente de la expectativa creada, pero además una ausencia de impacto en el resultado de la expectativa transmitida al niño. Ahora, cuando se evalúa el impacto de la expectativa en los padres, se observa que:

- Las valoraciones que éstos hacen sobre la evolución del niño sí están muy mediadas por las expectativas de madres/padres (incluyendo expectativas nocebo al recibir pastillas azucaradas que esas madres en ese caso creían que empeoraban el TDAH). Si creen que el niño recibe un fármaco (aunque reciban placebo), observan mejorías en sus hijos.

- Las medidas objetivas-subjetivas de mejoría tiene diferentes curvas dosis-respuesta y correlacionan poco entre sí. Tanto las pautas de modificación de conducta como el metilfenidato mejoraban las medidas objetivas (chequeos diarios sobre síontomas diana operativizables y específicos) pero las valoraciones subjetivas simultáneas de los padres eran positivas en condición medicación, y más bien neutra (esto es, no percibían/atribuían mejoría) en la condición conductista (aunque hubo mejora objetivamente).

- Las madres de niñ@s con TDAH utilizan el estatus de la medicación como explicación del problema, y de su evolución (la medicación explica el éxito de los niñ@s y su ausencia explica los fracasos). Si creen que está en medicación "activa", entonces hacen atribuciones más adaptativas y sanas de sus hij@s (asumen que la sintomatología, si se produce, está fuera del control voluntario).

-A la hora de adivinar si sus hijos/alumos estaban en condición fármaco o placebo (en estudios con variación experimental intra-sujeto), los padres erraban el 58% de las veces (atribuyendo la mejoría a medicación cuando esos días estaban en placebo), los profes el 46%, e incluso en un 19% de niños se asumió que nunca llegaron a recibir placebo (cuando todos lo hicieron al menos el 25% de los días).

- Aunque intervenciones breves conductuales muestran eficacia, los padres tienden a atribuir la mejoría en condiciones mixtas (fármaco+pautas conductistas) casi exclusivamente al fármaco; es decir, minimizan su propia capacidad parental ante el trastorno.

Finalmente, el comportamiento de los padres y profesores cambia: la medicación en general, sea "activa" o placebo, disminuye el nivel de ansiedad, desesperanza y cogniciones autoderrotistas, e incentiva un afrontamiento más eficaz. Posiblemente esto también es cierto al medicar a los niños, y se ha constatado un cambio consecuente en madres (más cerca de sus hijos, les hablan más, les marcan más).

Respecto al mecanismo de condicionamiento puro, aún no hay estudios que aporten mucho.

En suma: que el placebo es tan cañero que (como Antonio, Jesús, Esteban por supuesto saben, un saludo) es un mecanismo de significado que trasciende (e incluso puede no afectar directamente) al individuo (llamémosle sujeto-síntoma, paciente identificado, etc.) y puede suscitar cambios en los sistemas a los que pertenece (by proxy). Al mismo tiempo, involuntariamente se pueden desencadenar significados invalidantes, de atribución externa, que debilitan la eficacia de otras intervenciones complementarias.
Una vez más, ahí están los huecos gigantescos por donde al final nos colamos los psicólogos (y por supuesto cualquiera interesado en el complejo arte-artesanía de lo terapéutico en sentido amplio; muy amplio).


* Esta terapia de la izquierda no parece eficaz, pero también podría descansar (y mucho) a padres desesperados.

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4 de julio de 2009

Psicología Evolucionista: ¿desadaptada?

La psicología evolucionista ha supuesto desde hace unos 20 años, derivada de la sociobiología, un intento interesante y necesario de reestructurar el modelo estándar en las ciencias sociales, trayendo al fin a Darwin al estudio del comportamiento humano. Supone que la mente está constituida por numerosos módulos específicos de base innata diseñados por selección natural en un entorno cazador-recolector paleolítico; esa dotación genética es universal (con la clara excepción del sexo) y permanece en la actualidad. Las pegas básicas que se han planteado a este modelo solían ser ideológicas, tachándolo de derechista, conservador y en última instancia justificador de asimetrías sociales; ciertamente los teóricos como Geoffrey Miller, D Buss, S Pinker o Tooby/Cosmides no ejercen de retrógrados políticos, y se defienden con "la verdad os hará libres": conocer es mejor que no conocer, y precisamente ese conocimiento puede servir de base para corregir ciertas desviaciones a través de políticas sociales más equilibradas. Entre otras cosas, uno de sus grandes impulsos provino de los estudios sobre el mecanismo del altruísmo recíproco.
Los psicólogos evolucionistas han sido criticados por Chomsky (uno de sus inspiradores a raíz de sus estudios sobre el innatismo en el lenguaje) por ser "una filosofía de la mente con un poquito de ciencia dentro". Generan narrativas interesantes, creativas, pero son postdictivas y ad hoc. De hecho parecen poder explicar una conducta y su contraria con facilidad (John Horgan, La mente por descubrir, Paidós, 2001).
En un artículo de Enero en Scientific American de D Buller, un filósofo de la mente opositor de las versiones hard-core de la psicología evolucionista, se detallan 4 falacias frecuentes en este campo (que podemos conocer la psicología de nuestros antecesores en el Pleistoceno; que por tanto podemos precisar la evolución de los rasgos humanos distintivos; que nuestras mentes no han evolucionado significativamente desde la Edad de Piedra, y que los procedimientos psicológicos estándar - cuestionarios- de recogida de datos nos ofrecen evidencias claras de las adaptaciones). Estas falacias han dado pie a asunciones básicas definitorias de la disciplina que sin embargo son problemáticas; en concreto estas tres: 1) que la naturaleza de la adaptación evolutiva crea una modularidad masiva en la mente (órganos mentales separados para tareas distintas); 2) que esos módulos continúan estando adaptados a un estilo de vida cazador-recolector; y 3) que esos módulos son universales y definen una naturaleza humana universal. El gran libro de la psicología evolucionista había sido The Adapted Mind (Cosmides, Tooby; La Mente Adaptada), y Buller contraatacaba con Adapting Minds (Mentes Que Se Adaptan).
Un artículo de hace unos días en Newsweek actualiza (más bien del lado de los críticos) este debate: éste es un resumen.
En A Natural History of Rape: Biological Bases of Sexual Coercion R. Thornhill defendía en 2000 que la violación era una conducta evolutivamente adaptativa en ese marco paleolítico en el sentido de que los violadores aumentaban drásticamente las posibilidades de transmitir sus genes (su mercado es virtualmente ilimitado); posiblemente somos desdendientes de esos tipos. Un colega de Thornhill, K Hill, no tenía máquina del tiempo pero sí la oportunidad de convivir con una de las escasa tribus que quedan de cazadores-recolectores virtualmente idénticas a las de hace 100.000 años: los ache de Paraguay. Y averiguó que el coste era muy superior al beneficio - por un factor de 10- (p.e., por riesgo de morir por venganza de familiares, o por la pérdida de apoyo de la comunidad en situación de escasez de alimentos); la hipótesis no se sostenía con datos empíricos (según su modelo), y se había cruzado una raya hacia la especulación pura y dura; también se desataba con ello la vertiente más ideológica/política del debate. Una aproximación más amplia en castellano, en este blog.
En los últimos años, se acumulan las críticas a la psicología evolucionista: evidentemente el cerebro humano debería estar sujeto a mecanismos evolutivos, pero pretender que el producto es una suma de mecanismos modulares invariables desde el Pleistoceno es otra cosa. Nuestro ambiente (incluido el social) es tan complejo y dinámico que la evolución requeriría más flexibilidad que modularidad estricta, dicen los críticos; un cerebro polivalente y adaptable a entornos cambiantes. Es decir, "depende": no hay una naturaleza humana universal. P.e., un clásico es la relación 0.7 entre cintura y caderas, asumida como canon de belleza femenina de validez universal; es así entre los omnipresentes universitarios americanos, pero podría haber cultura mediando esas preferencias. Se me ha venido a la cabeza que el punto de referencia que documentan gráficamente las chicas del Playboy, un clásico científico -en serio- de valoración de preferencias masculinas sobre atractivo físico de las mujeres, ha ido evolucionando desde el 59 (perdiendo IMC; Marilyn igual hoy wouldn´t have made it to the centerfold, oh my god).
Efectivamente, en Diciembre pasado un estudio reveló que la relación más atractiva para los hombres era más bien superior (hacia 0.9, chicas potentes) en países donde la mujer era económicamente más independiente (UK, Dinamarca) o países en desarrollo en las que ellas proveen regularmente la comida; en sociedades donde la mujer es más dependiente del hombre (Japón, Grecia, Portugal), había una preferencia clara por el tipo Barbie (bueno, muy preliminar todo). Diferentes entornos, diferentes culturas, y...diferentes "naturalezas": esto se llama Ecología Conductual.
Otra: cuanto más independiente económicamente una mujer, parece ser que menos selecciona una pareja por factores económicos y más por factores de atractivo físico.
Otra más: la psicología evolucionista defiende que un niño tiene entre 5 y 40 veces mayor riesgo de ser abusado por su padrastro (síndrome del padre malvado, Wilson y Daly; si no son sus genes, no hay cuidado sino rechazo); sin embargo las estadísticas estaban sesgadas (en caso de falta de datos se asumía que el abusador era el padrastro pero podría haber sido la madre, fenómeno no del todo infrecuente), y parece ser que estos padrastros presentan tasas mayores de enfermedad mental (¿variable intermediaria y reflejo del nicho más limitado de una madre soltera con hijos?). Y de hecho podría igualmente argumentarse que en orden a tener acceso sexual estable a una madre soltera, la estrategia de nuestros genes debería ser tratar a sus hijos particularmente bien. Al mismo tiempo, los padres que adoptan niños tienen menor tendencia a maltratarlos que los padres biológicos. Um...todo se vuelve muy confuso. Pinker, al límite, acabó reivindicando la adaptabilidad puntual del infanticidio materno (otro de esos casos en los que los opuestos - el sacrificio de la propia vida y el homicidio del hijo- son explicables - o narrables, podríamos decir- ya un poco a saco).
Otro clásico sostiene que la mujer es más celosa de la infidelidad sentimental (deslealtad; él podría abandonarla en la cueva) y el hombre de la sexual (sólo faltaría tener que ir de caza para alimentar la descendencia del vecino). Sin embargo, en Alemania u Holanda los hombres no parecen ser muy quisquillosos con el resbalón ocasional de sus señoras y por tanto las predicciones no cuadran (los datos son más neutrales respecto al género).
Incluso el axioma de que el ADN humano es invariable desde hace 50.000 ó 100.000 años está en duda: parece ser que se han descubierto últimamente genes más recientes que la invención de la agricultura (10.000 años). Todo parece un poco más complejo (y menos cavernícola) de lo que los evolucionistas heavies sospechaban.
En resumen, en palabras de Buller, "la variación humana no es ruido en el sistema; es el sistema mismo".

* Sé que me arriesgo a alguna colleja documentada por algún paseante perdido que sepa más que yo; será bien recibida.

Hablando de nature vs nurture, hoy mismo una entrada interesante y pedagógica en MindHacks.

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Psicodiagnóstico del vaso de agua

Retocado de despair.com

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Psicodiagnóstico del tatuaje



Retocado de sober in a nightclub.

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2 de julio de 2009

Lao-tsé en Guía

Una íntima y bella aportación que Javier comparte conmigo desde Santa María de Guía (Gran Canaria), y yo con ustedes; ya sabemos que la psicología de calado, esa que pretende entender la Vida, se nutre de la literatura.

Coincidimos en el encuentro de las calles de Enmedio y Canónigo Gordillo, allí donde la ferretería hace esquina. Siempre fue una mujer divertidísima, fumadora hasta el fin, admirable, risueña y simpática como pocas he conocido, a la que le entraba la risa en medio de una regañina –y entonces estaba perdida- . Cuando tuve cuatro años, fue ella quien me enseñó a leer y escribir. Tras un pequeño diálogo intrascendente, con sus maneras suaves y algo distraídas, con su expresión afable y hablar pausado, me preguntó: ¿Eres feliz?. Y no me mientas, que a los ancianos no hay quien nos engañe.

La felicidad, esa gran palabra, es un concepto equívoco. Y aunque la canción diga qué bonito nombre tiene, es una entelequia que puede causar daño y angustia. Si algo he aprendido con la edad es que en el terreno de la felicidad no existen ni fórmulas magistrales ni consejos infalibles. Cada cual ha de buscarse su felicidad como pueda.

No deja de ser sintomático que seres humanos que aún andan por el mundo desnudos y desposeídos de casi todo, como los pigmeos africanos o los yanomami amazónicos, no tengan en su vocabulario la palabra felicidad. No la necesitan. Mientras, en nuestra moderna sociedad, las enfermedades psicológicas, la angustia, la ansiedad o la depresión van en aumento. La obligación de ser felices nos convierte en infelices patológicos, a pesar de que hoy presumamos de tener muchas cosas que aparentemente nos deberían procurar la ansiada felicidad.

La conversación pronto finalizó. La esperaban en su casa y hacia ella se dirigió caminando por una acera tan estrecha que era tan ancha como ella. Dejé que se alejara unos metros y la observé marchar despacio hacia la calle del Agua, mientras el bastón en el que se apoyaba le imprimía una cadencia sonora y una serena dignidad a su vejez. Entonces, no sé aún bien porqué, pensé que quizás la felicidad no es un lugar al que llegar; es más bien una manera de andar.

Javier Estévez

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