11 de enero de 2014

Ingratos

—Buena pregunta. A lo mejor es un caso de cóctel clínico.
—¿De cóctel clínico?
 —Una persona con un poco de todo. Lo suficientemente esquizofrénica como para oír voces, pero que consigue ocultar la enfermedad a su entorno. Un trastorno de la personalidad de carácter obsesivo combinado con un poquito de paranoia, fuente de ilusiones erróneas en cuanto a la situación en que se encuentra y a lo que debe hacer para escapar de ella, pero que el entorno solo interpreta como cierto grado de insociabilidad. La bestialidad y la ira que aparecen en los homicidios que describes concuerdan con un caso límite de trastorno de la personalidad, pero se trata de una persona capaz de controlar esa ira.
—Ya. Es decir, que no tienes ni idea, ¿no?
Aune se rio. La risa se transformó en tos.
—Lo siento Harry —dijo con voz bronca—. La mayoría de los casos son así. En el campo de la psicología, los estudiosos nos hemos fabricado una serie de compartimentos en los que nuestro ganado se niega a entrar. Sencillamente, son unos quisquillosos, maleducados e ingratos. ¡Con todo lo que hemos investigado sobre ellos!

Jo Nesbo, El Muñeco de nieve

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