10 de noviembre de 2010

Errare pulchrum est

Me embelesa leer libros sobre matemáticas: no entiendo prácticamente nada de la materia en sí (excepto generalmente los primeros dos capítulos, que suelen ser para gente limitada como yo), pero subyace en la disciplina una belleza (fanática y casi obsesiva) que me entusiasma. Leyendo El enigma de Fermat (S Singh) me topé anoche con esta joya estético-filosófica, toda una declaración de principios del arte de saber vivir (es una muestra de admiración de Shimura, un joven matemático japonés, por un compañero aventajado, Taniyama):

" [Él] tenía el don de cometer muchos errores, casi siempre en la dirección correcta. Lo envidiaba por ello y traté en vano de imitarlo, pero me resultó muy difícil cometer buenos errores".



Poético, sabio, extraordinario.

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7 de noviembre de 2010

La revolución necesaria

Sir Ken Robinson es un fulano que descubrí hace un par de meses pero que sincrónicamente se me aparece últimamente hasta en la sopa. Y no es que no me guste: de hecho me fascina. Consejero internacional en educación, excelente orador, inspirador, sencillo pero certero, una de esas almas que generan deseo de crecimiento personal sin que te vendan secretos.

Aquí tienen una Contra de la Vanguardia con sir K. firmada por Lluís Amiguet, de hace unos pocos días:

Un día visitando un cole vi a una niña de seis años concentradísima dibujando. Le pregunté: "¿Qué dibujas?". Y me contestó: "La cara de Dios".

¡. ..!

"Nadie sabe cómo es", observé. "Mejor - dijo ella sin dejar de dibujar-,ahora lo sabrán".

Todo niño es un artista.

Porque todo niño cree ciegamente en su propio talento. La razón es que no tienen ningún miedo a equivocarse... Hasta que el sistema les va enseñando poco a poco que el error existe y que deben avergonzarse de él.

Los niños también se equivocan.
Si compara el dibujo de esa niña con la Capilla Sixtina, desde luego que sí, pero si la deja dibujar a Dios a su manera, esa niña seguirá intentándolo. El único error en un colegio es
penalizar el riesgo creativo.

Los exámenes hacen exactamente eso.

No estoy en contra de los exámenes, pero sí de convertirlos en el centro del sistema educativo y a las notas en su única finalidad. La niña que dibujaba nos dio una lección: si no estás preparado para equivocarte, nunca acertarás, sólo copiarás. No serás original.

¿Se puede medir la inteligencia?

La pregunta no es cuánta inteligencia, sino qué clase de inteligencia tienes. La educación debería ayudarnos a todos a encontrar la nuestra y no limitarse a encauzarnos hacia el mismo tipo de talento.

¿Cuál es ese tipo de talento?

Nuestro sistema educativo fue concebido para satisfacer las necesidades de la industrialización: talento sólo para ser mano de obra disciplinada con preparación técnica jerarquizada en distintos grados y funcionarios para servir al Estado moderno.

La mano de obra aún es necesaria.

¡Pero la industrialización ya no existe! Estamos en otro modo de producción con otros requerimientos, otras jerarquías. Ya no necesitamos millones de obreros y técnicos con idénticas aptitudes, pero nuestro sistema los sigue formando. Así aumenta el paro.

Pero se nos repite: ¡innovación!

La piden los mismos que la penalizan en sus organizaciones, universidades y colegios. Hemos estigmatizado el riesgo y el error y, en cambio, incentivamos la pasividad, el conformismo y la repetición

No hay nada más pasivo que una clase.

¿Es usted profesor, verdad? Las clases son pasivas porque los incentivos para estar calladito y tomar apuntes que repetirá son mayores que los de arriesgarse a participar y tal vez meter la pata. Así que, tras 20 años de educación en cinco niveles que consisten en formarnos para unas fábricas y oficinas que ya no existen, nadie es innovador.

¿Cuáles son las consecuencias?
Que la mayoría de los ciudadanos malgastan su vida haciendo cosas que no les interesan realmente, pero que creen que deben hacer para ser productivos y aceptados. Sólo una pequeña minoría es feliz con su trabajo, y suelen ser quienes desafiaron la imposición de mediocridad del sistema.

Tipos con suerte...

Son quienes se negaron a asumir el gran error anticreativo: creer que sólo unos pocos superdotados tienen talento.

"Sé humilde: acepta que no te tocó".

¡Falso! ¡Todos somos superdotados en algo! Se trata de descubrir en qué. Esa debería ser la principal función de la educación. Hoy, en cambio, está enfocada a clonar estudiantes. Y debería hacer lo contrario: descubrir qué es único en cada uno de ellos.

¿La creatividad no viene en los genes?

Es puro método. Se aprende a ser creativo como se aprende a leer. Se puede aprender creatividad incluso después de que el sistema nos la haya hecho desaprender.

Por ejemplo...

Soy de Liverpool y conozco el instituto donde recibieron clases de música mi amigo sir Paul McCartney y George Harrison... ¡Dios mío! ¡Ese profesor de música tenía en su clase al 50 por ciento de los Beatles!

Y...

Nada. Absolutamente nada. McCartney me ha explicado que el tipo les ponía un disco de música clásica y se iba a fumar al pasillo.

A pesar del colegio, fueron genios.

A Elvis Presley no lo admitieron en el club de canto de su cole porque "desafinaba". A mí, en cambio, un poliomielítico, me admitieron en el consejo del Royal Ballet...

Ahí, sir, acertaron de pleno.

Allí conocí a alguien que había sido un fracaso escolar de ocho años. Incapaz de estar sentada oyendo una explicación.

¿Una niña hiperactiva?
Aún no se había inventado eso, pero ya se habían inventado los psicólogos, así que la llevaron a uno. Y era bueno: habló con ella a solas cinco minutos; le dejó la radio puesta y fue a buscar a la madre a la sala de espera; juntos espiaron lo que hacía la niña sola en el despacho y... ¡estaba bailando!

Pensando con los pies.

Es lo que le dijo el psicólogo a la madre y así empezó una carrera que llevó a esa niña, Gillian Lynne, al Royal Ballet; a fundar su compañía y a crear la coreografía de Cats o El fantasma de la ópera con Lloyd Webber.

Si hubiera hecho caso a sus notas, hoy sería una frustrada.

Sería cualquier cosa, pero mediocre. La educación debe enfocarse a que encontremos nuestro elemento: la zona donde convergen nuestras capacidades y deseos con la realidad. Cuando la alcanzas, la música del universo resuena en ti, una sensación a la que todos estamos llamados.

Hay una excelente (y muy creativa) exposición animada en vileda sobre sus críticas y propuestas en torno a la educación que, si les interesa el tema, es fantástica (basada en una conferencia en la Royal Society for the encouragement of Arts [RSA]) aquí.

Y finalmente una charlita en TED con subtítulos en 38 idiomas (no tienen excusa).

Hace 2 semanas yo, producto de 6 colegios (sin contar preescolar) previos a la Uni (públicos la mitad de ellos), diletante errante y en gran medida autodidacta, superviviente a maestros torpones sin pedagogía la inmensa mayoría y con la mano suelta unos cuantos, camaleón adaptado y readaptado sin traumas de consideración ni aparentes deficit irreparables, sin embargo matriculé a mi enanita (2 añitos) para el curso que viene en un cole (británico, por cierto) que me da que al menos apunta con decisión hacia este paradigma renovador (y que ya veré cómo pago, pero lo haré con muchísimo gusto). Pues bien, hace un rato supe por qué me sedujo este centro, y por qué renunciaré a cualquier gestión institucional que siga intentando contagiar mediocridad macdonalizada a mi pichichi. Este es el (hermoso) final de la charlita TED de sir Ken...
Quisiera leer un poema rápidamente, es muy breve, de W.B. Yeats, que alguno de ustedes tal vez conozca. Escribió esto a su amor, Maud Gonne, y estaba lamentándose del hecho de que no podría realmente darle lo que pensaba que ella quería de él. Y le dice: "Tengo algo más, pero no puede ser para usted."

Yeats dice:

"Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,
Recamadas con luz dorada y plateada,
Las telas azules y las tenues y las oscuras
De la noche y la luz y la media luz,
Extendería las telas bajo tus pies:
Pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños;
He extendido mis sueños bajo tus pies;
Pisa suavemente, pues pisas mis sueños.."

Y cada día, en todas partes,nuestros hijos extienden sus sueños bajo nuestros pies. Y debemos pisar suavemente.

Muchas gracias. (Aplausos)

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