He aquí sólo un ejemplo de lo totalmente
equivocado que estoy en algo sobre lo que tiendo a estar automáticamente
seguro: todo en mi propia e inmediata experiencia apoya mi creencia
profunda de que soy el centro absoluto del universo; la persona más
realista, intensa e importante que existe. Rara vez pensamos sobre esta
clase de egocentrismo básico y natural porque es socialmente repulsivo.
Pero nos pasa básicamente lo mismo a todos nosotros. Es nuestra
configuración por defecto, enraizada en nuestro ser desde que nacemos.
Pensadlo: no hay experiencia que hayáis tenido de la que no fuerais el
centro absoluto. El mundo tal como lo experimentas está ahí en frente
TUYA o detrás de TI, a TU izquierda o derecha, en TU televisión o en TU
monitor. Y así sucesivamente. Los pensamientos y sentimientos de los
demás te tienen que ser comunicados de alguna manera, pero los tuyos
propios son tan inmediatos, urgentes y reales…
Por favor, no os preocupéis de que me
esté preparando para largaros una conferencia sobre la compasión o los
valores ajenos o cualquiera de las así llamadas virtudes. Esto no es
asunto de virtudes. Se trata de mi elección de hacer las cosas de de
algún modo diferente o independiente de mi configuración natural por
defecto tan enraizada que está profunda y literalmente centrada en mí
mismo para verlo e interpretarlo todo a través de esa lente del yo.
Quienes pueden ajustar sus configuraciones naturales por defecto de este
modo son a menudo descritos como seres “equilibrados”, lo que os
sugiero que no es un término fortuito.
[...] una cuestión obvia es cuánto de este trabajo de ajustar
nuestra configuración por defecto tiene que ver en realidad con el
conocimiento o con la inteligencia. Esta pregunta es difícil.
Probablemente lo más peligroso de una educación universitaria, al menos
en mi propio caso, es que autoriza mi tendencia a sobreintelectualizar
las cosas, a perderme en razonamientos abstractos dentro de mi cabeza;
en lugar de simplemente prestar atención a lo que sucede justo enfrente
de mí, presto atención a lo que sucede en mi interior.
Como estoy seguro que ya sabéis, es
extremadamente difícil permanecer alerta y atento en lugar de caer
hipnotizado por el constante monólogo desarrollado dentro de tu cabeza
(lo que quizá esté sucediendo ahora mismo). Veinte años después de mi
graduación, he entendido paulatinamente que el tópico de las Humanidades de que te enseñan cómo pensar es en realidad un atajo hacia
una idea mucho más seria y profunda: aprender cómo pensar significa
realmente cómo ejercer control sobre cómo y qué piensas. Lo que
significa ser lo bastante consciente para elegir a qué prestas atención y
cómo construir significado desde la experiencia. Porque si no eres
capaz de hacer este tipo de elección cuando eres adulto, estarás
totalmente colgado. Pensad sobre el viejo tópico que dice que, entre
comillas, la mente es un empleado excelente pero un amo terrible.
Extracto de "Esto es agua", Discurso de Graduación de la promoción de 2005 del Kenyon College por David Foster Wallace.
(transcripción aquí).
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