25 de septiembre de 2009

Misturado 5

Goodbye Solo (Ramin Bahrani, 2008, sin estrenar aquí creo, disponible en torrent): es una de esas pelis que se describen en dos palabras: im prescindible. Pocos medios y mucho filin'. Y diez segundos de pause hacia el final, para que uno no sólo sea espectador, sino se pregunte "¿yo cómo me posiciono en esto?". Vida y Muerte. A pelo.

Souléymane Solo es un taxista senegalés de 34 años. Un día es contratado por William, un setentañero estoico: en dos semanas tiene que llevarlo a Blowing Rock, el pico de una montaña rocosa.


Bahrani was inspired by an encounter, some years ago, with a local taxi driver who did not himself own a car and had to cadge rides or take cabs to get to his job. Bahrani remembers telling his acquaintance, "You're a taxi driver and you don't have a car? One day I'll come make a film about you."
Driving around the area while visiting his family, the director would occasionally spot an older gentleman standing at the side of a road, outside a nursing facility. He
would wave, and the man would wave back. Bahrani said he would enjoy the encounters but would also feel saddened by what he perceived as the man's loneliness. The driver without a car and the aimless older man in search of companionship fused in his mind, and the kernel that would become "Goodbye Solo," written with Bahareh Azimi, began to grow.

"Has an uncanny ability to enlarge your perception of the world." NYTimes

"The scale of "Goodbye Solo" is modest, intimate; its resonance is universal." Star Tribune

"Vivas donde vivas, cuando este film se estrene allí, será la mejor película de la ciudad." Roger Ebert: Chicago Sun-Times

Quedan avisadísimos.

Siguiente: de un pasaje biográfico de Daniel Kahnemann, psicólogo israelí, Nobel en Economía en 2002 por sus investigaciones sobre juicio humano y toma de decisiones. Como punto de partida a una vocación es impagable. (via Nudge)

An early event in Nazi-occupied Paris that he remembers vividly left a lasting impression because of varied shades of meaning and implications about human nature. “It must have been late 1941 or early 1942. Jews were required to wear the Star of David and to obey a 6 p.m. curfew. I had gone to play with a Christian friend and had stayed too late. I turned my brown sweater inside out to walk the few blocks home. As I was walking down an empty street, I saw a German soldier approaching. He was wearing the black uniform that I had been told to fear more than others—the one worn by specially recruited SS soldiers. As I came closer to him, trying to walk fast, I noticed that he was looking at me intently. Then he beckoned me over, picked me up, and hugged me. I was terrified that he would notice the star inside my sweater. He was speaking to me with great emotion, in German. When he put me down, he opened his wallet, showed me a picture of a boy, and gave me some money. I went home more certain than ever that my mother was right: people were endlessly complicated and interesting.”.
Away we go (Sam Mendes, 2009):
Cuando Burt y Verona descubren que están a punto de tener un niño, sufren una crisis de pánico. No soportan el pueblo donde viven, y ahora que los padres de Burt se mudan de allí, pierden el sistema de apoyo con el que contaban. Deciden emprender un viaje en busca del sitio ideal para echar raíces y criar un niño.

Aunque no tan redonda como Goodbye Solo, y con un tono que roza la comedia, lo cierto es que más que el viaje exterior/ interior de los protagonistas (que parten del vacío en busca de un destino), algo falto de definición y fuerza, la reflexión procede de las diversas formas en que los varios destinos que se encuentran por el camino parecen haberse desinflado inversamente en otros vacíos. Aunque asumo (ya se explicará en breve) una carga proyectiva considerable, también es cine del que te obliga a esos infrecuentes ejercicios de reflexión sobre el fracaso, el miedo, el amor, y esas cosillas (beyond popcorn, vamos).

O bien, alternativa de consumo fácil (via soberinanightclub).

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20 de septiembre de 2009

Adhesión a antirretrovirales (blame it on the boogie)

La relevancia de estudiar la adhesión en pacientes [afectos de VIH] bajo Tratamiento Antirretroviral Combinado (TAC) es debida fundamentalmente a los siguientes hallazgos:
• La efectividad de las TAC desciende drásticamente conforme disminuye la adhesión. Mientras en otras áreas de la medicina, una adhesión del 80% se considera óptima, en TAC, un 80% implica una efectividad terapéutica de apenas un tercio. [...] El autoinforme de adhesión también se ha correlacionado con la supresión de carga viral; se ha señalado incluso que el factor aislado que más podría estar contribuyendo a la disminución de efectividad es la falta de adhesión al tratamiento.
• Una menor efectividad implica un mayor riesgo de desarrollar resistencia a los nuevos medicamentos. Si la TAC es altamente potente y la adhesión perfecta,la replicación del virus (y por tanto la probabilidad de mutaciones) se detiene. En cambio, si la población viral no está del todo suprimida (ya sea porque se han realizado tratamientos poco potentes; por el uso de
sólo dos medicamentos; o por insuficiente cumplimiento), aparece la resistencia, seleccionando además las cepas resistentes y favoreciendo su ulterior dominancia en la población de virus.

(en abierto una revisión conceptual del menda et al.)

Hace algunos años, cuando aún estaba haciendo méritos en un hospital no sé para qué, me empujaron a presentar una ponencia sobre algún aspecto psicológico de tratamientos antirretrovirales en VIH en un congreso nacional de medicina psicosomática (estas cosas que las organiza alguien y luego anda pidiendo favores para rellenar el programa). Puse una condición: harto de dormirme en congresos con gente que leía revisiones sin originalidad o estudios plastas, quise poner en marcha un estudio humilde y sin financiación, poder aportar algo práctico aún sin medios. Así que preparé una entrevista semiestructurada ad hoc, la pulí, entrevisté a 53 pacientes de la unidad de toxicomanías en programa de metadona que hacían tratamiento antirretroviral, e indagué sobre una serie de factores (unos clásicos, otros no) que pudieran relacionarse con la adhesión al tratamiento. Coste: fotocopias y tiempo. Limitaciones metodológicas: unas pocas pero no invalidantes (p.e., el autoinforme de adhesión, si se hace sobre máximo los últimos tres días y se repite en varias ocasiones, suele ser práctico y poco costoso, y relativamente fiable). Quedó tan curioso el resultado que repetí la valoración a los 12 meses; también teníamos la versión en inglés preparada y a punto de enviarse a AIDS a ver si compraban; entonces ya estaba cansado, me piré de Vietnam y ya no supe qué fue de aquello.

Esto viene a cuento de que he leído un artículo que me llegó por un feed, sobre "Risk factors for non-adherence for antiretroviral therapy" (en abierto).
The following variables were selected for the study: biological (gender, age); socio-behavioral and demographic (sexual behavior, marital status, level of education, city of residence); economic (work situation, monthly personal income and monthly family income); factors related to the disease and treatment (hospital attended, time elapsed since diagnosis, time elapsed since start of treatment, presence of symptoms, antiretroviral regimen in use, number of daily pills, expectation regarding treatment); factors related to living habits (use of alcohol, present or past drug use - marihuana, LSD, cocaine, heroin, ecstasy, crack and benzene derivates (participation in non-governmental organizations); and factors related to depression symptoms.
Al final, los ingresos familiares, tiempo con VIH, y uso de alcohol, resultaron ser esta vez los diferenciales afortunados con respecto a la adhesión al tratamiento. En otros estudios publicados este año, observo mayoritariamente relaciones con factores difícilmente modificables exclusivos del paciente síntomas depresivos, ciclo menstrual, raza, consumo de cigarrillos, etc.
Volviendo a nuestro estudio, los niveles de adhesión globales no superaron el 75%, y el porcentaje de adhesión aceptable (superior a 95%) fue de aproximadamente dos tercios; ésos eran valores esperados de acuerdo a la bibliografía al uso. Sin embargo, ni depresión (BDI), ni número de medicaciones o pastillas, ni frecuencia de análisis positivos de tóxicos, ni tiempo en tratamiento, mostraron conexión: muchos estudios confirman estas ausencias de relación y algunos no, lo que equivale a decir que estas variables se asocian en todo caso muy débilmente con la baja adhesión al TAC. Lo que sí encontramos interesantísimo fue el modelo de regresión: el apoyo social/familiar percibido (P=0.034), el conocimiento explícito de la importancia e influencia de la adhesión y la posibilidad de crear resistencia (P=0.003), y la expectativa de autoeficacia específica sobre el correcto cumplimiento del tratamiento (P<0.001);>95%) - de acuerdo, muestra pequeña, pero estuvo curiosa la tendencia, por clara y por simbólica; un buen estudio preliminar creo.
Es decir: ante un problema de salud pública bastante más aparatoso que la pesada gripe A, la peña le echa la culpa de la inefectividad de los tratamientos a la depresión, la regla, el colocón ocasional, y hasta al boogie (homenaje a Michael), cuando si nos tomamos un ratito y un poco de interés, y fomentamos actitudes de afrontamiento adecuadas (autoeficacia) e informamos correctamente a los pacientes de por qué es importante hacer las cosas bien y qué implicaciones tiene para su salud (educación en la enfermedad y el tratamiento, y su relación con la resistencia), y sobre todo nos aseguramos de que nos entiendan, hasta un grupo de toxicómanos en programa de metadona pueden hacer un excelente trabajo de cuidar de ellos mismos. Mal asunto si aludimos repetidamente a la incompetencia o grado de avería del paciente: a ver si lo que hay es mucho profesional perezoso...o pendiente del próximo congreso.

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15 de septiembre de 2009

Reflexiones sobre la Suerte

El tema que a mí personalmente más interesante me parece, es el de esa Suerte conceptualmente pura: la casualidad significativa. Muchos personajes exitosos (desde Bill Gates a Bruce Willis, pasando por los Beatles, Oppenheimer, o miles de deportistas de élite que tuvieron la suerte de nacer justo después del mes de corte de los drafts escolares dándoles una ventaja madurativa por la cara - ver Outliers y The Drunkard's Walk) deben el éxito en parte a acontecimientos improbables; posiblemente una mayoría, sólo que, como con la Historia que parece inevitable después de vivida, sólo nos paramos a observar a los ganadores, o a los hechos acontecidos, pero no consideramos los muchísimos talentos extraviados que nadie reconoció y que todos ignoramos, o los cientos de combinaciones diferentes (mundos posibles) que pudieron darse antes de Stalingrado: es el sesgo de confirmación, que funciona hacia atrás y también, más catastróficamente, hacia adelante (el Cisne Negro de Taleb, en referencia a Hume: “De la observación de un sinnúmero de cisnes blancos no se podrá inferir que todos los cisnes son blancos; sin embargo, ver un solo cisne negro será suficiente para refutar semejante conclusión.”; a pesar de Popper somos pésimos científicos y unos verdaderos negados para la percepción del azar y de los mundos potencialmente posibles). La capacidad humana más notable bien puede ser la facultad de imaginar, anticipar, predecir, prever (irremisiblemente vinculada a sesgos de todo tipo al manejar la información, más aún en esta época de ruido); sin embargo, la vida es esencialmente menos predecible de lo que en nuestro zeitgeist pensamos (y por esto es una lástima que lo misterioso se haya convertido exclusivamente en enemigo en lugar de en inspiración y humildad).
Recuerdo un caso verídico que alguna vez comentaron de pasada en una clase en la facultad: un tipo intenta suicidarse desde un octavo piso, pero en su trayectoria se ve beneficiado de una serie de elementos azarosos (una cuerda de tender, un toldo de un bar) que hace que sobreviva
con un esquince. Unos meses después, el tipo se resbala de un pequeño taburete en que se apoyaba para pintar su casa, se golpea la cabeza en un objeto duro y muere instantáneamente. La vida, desde luego, no obedece mucho al sentido que le queramos imponer.


Una cuestión esencial es: ¿necesitamos esa ilusión de control o es un cableado nocivo? De acuerdo con que hay un beneficio antidepresivo en sentir que uno es capaz de influir en sus circunstancias; también de acuerdo en que la ilusión social equivalente (el American Dream) inmuniza contra la apatía social y el involucionismo. Pero éstas son también creencias potencialmente tóxicas, a saber: cuando generan expectativas irreales (esa extraordinaria profusión de literatura de autoayuda pueril), cuando nos culpabilizamos de no haber tenido éxito (qué coñazo ese ansia de logro), cuando aludimos a la terrible injusticia de que la vida sea injusta (¡quiero ver al encargado!), cuando insistimos rígidamente y no soltamos (dijo un sabio: el secreto de una buena vida es el arte de cooperar incondicionalmente con lo inevitable), incluso cuando renunciamos a la sorpresa y afeamos la existencia reduciéndola a lo seguro, lo cierto o lo previsible (invocando gurús expertos en salvación, papá-estado, y aseguradoras del más acá y del más allá) .
En otras palabras: parece necesario Creer pero es muy difícil Saber. Es importante Buscar, pero también poder No-encontrar. Si bien el Control (y su finalidad plausible: el Éxito) es un concepto valioso en el arte de saber vivir, es también un excelente caballo de Troya de la angustia de estar vivo, particularmente cuando se convierte en necesidad; aunque infravalorada y con un marketing pésimo, me intento quedar con la Confianza (y su soporte: la Intención), más abierta, menos egoica, más vital (y da permiso al error, a la imperfección; menos mal). Es en este sentido que supongo que los estudios de Wiseman tienen una conclusión útil: la vida tiende a devolverte más y mejor si te expones más y mejor a la vida misma (sin libro de reclamaciones; haz lo que puedas).


He aquí algunas reflexiones de mentes más lúcidas y mejor articuladas que la mía:

Hay otras razones por las que ahora sentirse tranquilos es más difícil que nunca. Una de ellas, y es paradójica porque está vinculada a algo más bien agradable, es la esperanza que todos tenemos en nuestras carreras. Nunca antes habían sido tan altas las expectativas de lo que los seres humanos pueden lograr durante sus vidas. Se nos dice, desde muchos sitios, que cualquiera puede lograr lo que sea. Nos hemos librado del sistema de castas. Ahora estamos en un sistema en el que cualquiera puede elevarse a cualquier posición que guste. Y es una idea hermosa. La acompaña un espíritu de igualdad, todos somos básicamente iguales. No hay jerarquías claramente definidas. Hay un problema muy grande con esto y ese problema es envidia. Envidia, es un auténtico tabú mencionar a la envidia, pero si hay una emoción dominante en la sociedad moderna, es envidia. Y está vinculada al espíritu de igualdad. [...]

Cuando vas a una librería grande y miras la sección de auto-ayuda como yo a veces hago si analizas los libros de auto-ayuda que se producen actualmente, son básicamente de dos tipos. El primero te dice: "¡Puedes hacerlo! ¡Puedes triunfar! ¡Todo es posible!" y el otro tipo te dice cómo lidiar con lo que educadamente llamamos "baja autoestima" y descortésmente es "sentirte fatal contigo mismo". Existe una auténtica correlación entre una sociedad que le dice a la gente que pueden hacer cualquier cosa y la existencia de la baja autoestima. [...]

Tomemos a la meritocracia. La idea de que todos merecen llegar a donde llegan. Creo que es una idea descabellada, totalmente descabellada. Apoyaré a cualquier político de izquierda o derecha que tenga una medio decente idea meritocrática. Soy un meritócrata en ese sentido. Pero creo que es demente creer que alguna vez construiremos una sociedad genuinamente meritocrática. Es un sueño imposible. La idea de que haremos una sociedad donde todos sean evaluados literalmente, los buenos en la cima y los malos en el fondo, y que sea hecho exactamente como se debe, es imposible. Simplemente hay demasiados factores aleatorios. Accidentes: de nacimiento, cosas cayendo en la cabeza de la gente, enfermedades, etc. Nunca evaluaremos a las personas como se debería. Me atrae una encantadora cita de San Agustín en "La Ciudad de Dios" que dice: «Es un pecado juzgar a cualquier hombre por su puesto». [...]

He aquí un descubrimiento que he hecho sobre el éxito. No puedes tener éxito en todo. Oímos hablar mucho sobre el equilibrio entre vida y trabajo. Tonterías. No puedes tener todo. No puedes. Así que toda visión del éxito debe admitir qué está perdiendo y dónde está la pérdida. Y creo que toda vida sabia aceptará que habrá un elemento donde no estamos triunfando. [...]

Siempre debemos recordar que quien sea que tengamos enfrente, lo que sea que haya pasado en sus vidas, habrá un fuerte elemento de azar, y es eso para lo que intento dejar espacio porque de otra manera se vuelve muy claustrofóbico.

Alain de Botton;
A kinder, gentler philosophy of success (TED talk)


-Hay algo que ya por ahora debías tener en cuen­ta -dijo don Juan-. Yo lo llamo el centímetro cúbico de suerte. Todos nosotros, guerreros o no, tenemos un centímetro cúbico de suerte que salta ante nuestros ojos de tiempo en tiempo. La diferen­cia entre un hombre común y un guerrero es que el guerrero se da cuenta, y una de sus tareas consiste en hallarse alerta, esperando con deliberación, para que cuando salte su centímetro cúbico él tenga la velocidad necesaria, la presteza para cogerlo.

"La suerte, la buena fortuna, el poder personal, o como lo quieras llamar, es un estado peculiar de co­sas. Es como un palito que sale frente a nosotros y nos invita a arrancarlo. Por lo general andamos de­masiado ocupados, o preocupados, o estúpidos y pere­zosos, para darnos cuenta de que es nuestro centímetro cúbico de suerte. Un guerrero, en cambio, siempre está alerta y duro y tiene la elasticidad, el donaire necesario para agarrarlo."

-¿Es tu vida dura y ajustada? -me preguntó de pronto don Genaro.

-Creo que sí -dije con convicción.

-¿Te crees capaz de coger tu centímetro cúbico de suerte? -me preguntó don Juan con tono in­crédulo.

-Creo hacerlo todo el tiempo -dije.

-Yo creo que sólo te tienen alerta las cosas que ya conoces -dijo don Juan.

Carlos Castaneda; Viaje a Ixtlán


Cuando Tomás regresó de Zurich a Praga, le invadió una sensación de malestar al pensar que su encuentro con Teresa había sido producido por seis casualidades improbables. ¿Pero un acontecimiento no es tanto más significativo y privilegiado cuantas más casualidades sean necesarias para producirlo? Sólo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días, es mudo. Sólo la casualidad nos habla. [...] No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos.

...Por eso no es posible echarle en cara a la novela que esté fascinada por los secretos encuentros de las casualidades, pero es posible echarle en cara al hombre el estar ciego en su vida cotidiana con respecto a tales casualidades y dejar así que su vida pierda la dimensión de la belleza.

Milan Kundera; La insoportable levedad del ser

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Gente con ...¿Suerte?

Richard Wiseman era mago; un día reconoció que le interesaba más la reacción de la audiencia que los trucos de magia, así que estudió psicología y desde entonces investiga en la Universidad de Hertfordshire sobre todo en áreas algo frikis de la psicología del estilo del chiste más gracioso del mundo, lo paranormal, qué rostro tenía en mente Ian Fleming cuando escribió las novelas de 007 (más Connery que Craig, parece ser) o cómo ha cambiado el ritmo del caminar en el centro de ciudades importantes de todo el globo en los últimos 15 años. Tiene un perfil algo showman (no podía ser de otra manera con esos antecedentes) pero en su descargo parece un tipo cachondo y creativo.
En 2003 publicó The Luck Factor. Wiseman se muestra muy interesado en el papel que la suerte parece tener en nuestras vidas; una encuesta suya a 4000 personas revelaba que la mayoría se consideraban supersticiosas en cierta medida (¿y qué es la superstición sino un intento de controlar los acontecimientos atrayendo la buena suerte o alejando la mala?).

According to a recent Gallup poll, 53 percent of Americans are at least a little superstitious. Another survey revealed that 72 percent of the public said that they possessed at least one good luck charm. The results of my own 2003 superstition survey, conducted in collaboration with the British Association for the Advancement of Science, revealed the same high levels of belief in modern-day Britain: Approximately 80 percent of Britons routinely touch wood, 64 percent cross their fingers, and 49 percent avoid walking under ladders.

Lottery: those using any kind of superstitious ritual were just as unsuccessful
as those choosing their numbers randomly.
Pero Mr. Wiseman estaba empeñado en entender cómo era esto de la suerte, así que durente 10 años se ha dedicado a localizar y estudiar los rasgos y hábitos de gente con muy buena/mala suerte (el que se considera así en un ámbito, tiene una fuerte tendencia a considerarse igualmente en otros; no sólo eran percepciones subjetivas propias, sino que la percepción de los allegados y los acontecimientos vitales de años recientes mostraban una alta correlación con esas autopercepciones). Según el exmago, hay cuatro principios que se relacionan con la buena suerte:

1- La gente con suerte crea, percibe y actúa sobre las oportunidades que el azar trae a sus vidas. Los Buena suerte puntúan mucho más alto en extroversión, y su mayor sociabilidad es el marcador clave (conocen a más gente, atraen a los demás, y cuidan y mantienen esos lazos). También tienen un neuroticismo más bajo (actitud más relajada, más atenta a lo que hay y no a lo que debería haber) y mayor apertura a la experiencia (menos convencionales, más dispuestos a probar algo nuevo).
Lucky people consistently encounter such opportunities whereas unlucky people do not. I carried out a very simple experiment to discover whether this was due to differences in their ability to spot such opportunities. I gave both lucky and unlucky people a newspaper, and asked them to look through it and tell me how many photographs were inside. On average, the unlucky people took about two minutes to count the photographs whereas the lucky people took just seconds. Why? Because the second page of the newspaper contained the message “Stop counting – There are 43 photographs in this newspaper.” This message took up half of the page and was written in type that was over two inches high. It was staring everyone straight in the face, but the unlucky people tended to miss it and the lucky people tended to spot it.
--- O ---
Another person described a special technique that he had developed to force him to meet different types of people. He had noticed that whenever he went to a party, he tended to talk to the same type of people. To help disrupt this routine, and make life more fun, he thinks of a color before he arrives at the party and then chooses to only speak to people wearing that color of clothing at the party! At some parties he only spoke to women in red, at another he chatted exclusively to men in black.
2- La gente con suerte utiliza su intuición; accede a información corporal, marcadores somáticos y la aplica en el proceso de observación de sí mismos y de toma de decisiones. Para ello, suelen crear condiciones cognitivas adecuadas: algo así como un juicio en suspenso, una disminución de la rumiación, una actitud de presencia.

3- La gente con suerte utiliza expectativas positivas para orientarse y perseverar: esperan que su suerte continúe (optimismo que supone una profecía de autocumplimiento) y además insisten y se mantienen en la adversidad. También esperan que las relaciones con los otros les traigan suerte.

4- La gente con suerte transforma su mala suerte en buena: utilizan el pensamiento contrafáctico para sondear en lo que pudo haber sido (peor), evitan recrearse en su infortunio puntual, y además creen que no hay mal que por bien no venga (a largo plazo, al menos).
Un caso conocido es el de la mayor satisfacción que sienten los medallistas de bronce que los de plata: los primeros se comparan con el cuarto ("al menos soy medalla") y los segundos, con el oro ("¡por qué poquito no fui campeón!").
I decided to present lucky and unlucky people with some unlucky scenarios and see how they reacted. I asked lucky and unlucky people to imagine that they were waiting to be served in a bank. Suddenly, an armed robber enters the bank, fires a shot, and the bullet hits them in the arm. Would this event be lucky or unlucky? Unlucky people tended to say that this would be enormously unlucky and it would be just their bad luck to be in the bank during the robbery. In contrast, lucky people viewed the scenario as being far luckier, and often spontaneously commented on how the situation could have been far worse. As one lucky participant commented, “It’s lucky because you could have been shot in the head – also, you could sell your story to the newspapers and make some money.”
Por tanto, aunque Wiseman parte de la existencia de la suerte, la considera al menos parcialmente interna e influenciable. Por tanto, podríamos decir que no es estrictamente suerte; o quizás Wiseman (que, eso sí, ha tenido el churro de un fantástico apellido para un investigador en psicología; quizás le facilite las becas y ayudas ministeriales) es un supersticioso muy sofisticado que conecta actitudes personales con suerte percibida...

(continuará...)

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14 de septiembre de 2009

Qué es la Suerte


Suerte es, según la RAE, "circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede". Por tanto, implica un resultado que obedece a causas ambientales o externas (no personales) y que son producto del azar. Según los estilos atribucionales que estudiaron Heider y Wiener: externo, inestable, incontrolable (aunque no vale conque el suceso sea incontrolable: el sol sale cada mañana sin control nuestro y es complicado calificarlo de buena suerte).

Sin embargo, existe una distinción popular habitual entre Suerte y Casualidad: lo primero se suele ver como propio de la persona; lo segundo como ambiental. De hecho, Suerte significa cosas distintas a distintas personas, no es un concepto ubicuo (mucha gente piensa incluso que la suerte es controlable, como los jugadores de póker, que la encuadran en ese ámbito interno, personal, de habilidad propia). Así como Casualidad implica y es sinónimo de azar e inestable, y se refiere a un suceso o una circunstancia, Suerte puede ser también azar pero con frecuencia hace referencia a un rasgo (más estable, y personal).

El pensamiento contrafáctico (comparar con otro resultado distinto) relativiza y subjetiviza la suerte (si sobrevives a un accidente de avión, aunque el desenlace es un accidente y por tanto mala suerte según lo estándar, es buena suerte por comparación con los no supervivientes). Este proceso es más habitual si la situación o resultados alternativos están cerca en el tiempo y/o espacio; también si un éxito está muy cercano a un fracaso (físicamente, como en la rueda de la fortuna), el éxito se percibe como conteniendo más buena suerte (e independientemente de las probabilidades objetivas que puedan ser constantes).

Langer aludió a la Ilusión de control, como motivación particular a creer en la suerte como una habilidad personal, y por tanto controlable: esto sirve al propósito de reducir la ansiedad que la incertidumbre genera y posiblemente aumentar la autoestima (si te dejan elegir un número de lotería, es mucho menos probable que lo cambies por otro que si te lo han elegido; si tienes un éxito inicial en una tarea regida completamente por el azar, tiendes a considerarla más dependiente de la habilidad personal). Los estudios de Seligman sobre indefensión aprendida, o los de Langer en asilos mostraron también la potencialidad patógena e incluso letal de la falta de control percibido.

Our desire to control events is not without purpose, for a sense of personal control is integral to our self-concept and sense of self-esteem. In fact, one of the most beneficial things we can do for ourselves is to look for ways to exercise control over our lives—or at least to look for ways that help us feel that we do. The psychologist Bruno Bettelheim observed, for instance, that survival in Nazi concentration camps “depended on one’s ability to arrange to preserve some areas of independent action, to keep control of some important aspects of one’s life despite an environment that seemed overwhelming.” Later studies showed that a prior sense of helplessness and lack of control is linked to both stress and the onset of disease. Langer and a collaborator studied the effect of the feeling of control on elderly nursing home patients. One group was told they could decide how their rooms would be arranged and were allowed to choose a plant to care for. Another group had their rooms set up for them and a plant chosen and tended to for them. Within weeks the group that exercised control over their environment achieved higher scores on a predesigned measure of well-being. Disturbingly, eighteen months later a follow-up study shocked researchers: the group that was not given control experienced a death rate of 30 percent, whereas the group that was given control experienced a death rate of only 15 percent.
Because if events are random, we are not in control, and if we are in control of events, they are not random. There is therefore a fundamental clash between our need to feel we are in control and our ability to recognize randomness. That clash is one of the principal reasons we misinterpret random events.

Mlodinow, The Drunkard's Walk

Es decir, que necesitamos al menos en parte de la ilusión de control, pero esta necesidad induce un sesgo perceptivo y valorativo que limita tremendamente nuestra percepción del azar. En cualquier caso, debemos definir la Suerte con mayor precisión; Pritchard y Smith (2004) definen dos condiciones para una definición operativa y no ambigüa de la Suerte, de forma que integre las distintas líneas psicológicas de investigación (y cuyo planteamiento es esencialmente el de la RAE):
1- un resultado implica suerte si sucede en el mundo actual pero no en la gran mayoría de mundos posibles similares al actual
2- para considerarlo suerte, este resultado debe ser significativo (tener significado, bueno o malo) para el agente implicado (lo cual depende a veces de las alternativas contrafácticas que se activen).
Es decir, la suerte implica casualidad o azar (pues se requiere que el resultado sólo sea posible en un número mínimo de mundos posibles similares), pero algo más: significación para el agente (esto permite la distinción respecto al azar en sí, e incorpora el contexto contrafáctico mencionado). Otra distinción que permite este planteamiento es entre tener suerte y ser afortunado (que indica una satisfacción sobre lo que se es/tiene, pero no una atribución a la casualidad).
Por tanto, cuando alguien dice ser un tipo con [buena] suerte, o bien hay una habilidad (consciente o no) implicada (en cuyo caso no es suerte) o bien no es un rasgo personal, sino casualidad significativa. Otra posibilidad es que simplemente esté reflejando una ilusión de control, y la suerte no tenga nada que ver.

(continuará mañana...).

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12 de septiembre de 2009

Más empujoncitos


Nudges interesantes recientes (la psicología sí es una ¿ciencia? aplicada/able; via Nudgesblog):

- En Singapur, la Universidad Nacional, ante el problema frecuente en todo el mundo de que los recicladores indolentes (aquellos que, p.e., vacían restos orgánicos en los contenedores de papel) jodan los esfuerzos ajenos, decide utilizar dos gestos simples de gran eficacia: a) señalar gráfica y verbalmente no sólo qué es apropiado para un contenedor específico (como en todos lados) sino además qué NO es adecuado en ningún caso; b) colocar al lado justo de los contenedores especializados un contenedor general (o sea: si pasas de reciclar o no lo pillas, tíralo en el general, pero no estropees el sentido de los demás).

- En París, ante el problema de la Urine savage la peña mea en cualquier sitio), tienen hace años su propia Brigade des Incivilités que multa a gogó. Sin embargo, además de hacer gratis las casetas-toilette que hay por toda la ciudad, están ensayando un revestimiento especial de muros que devuelve el pis al meón incivilizado (Le Salpicateur Vengateur). El éxito del muro de prueba (un clásico de los orines salvajes en la ciudad) ha sido indiscutible. Tiembla, sanfermines (por cierto, en Pamplona tienen varios cubículos para orinar cerca de la cuesta de Santo Domingo, en la bajada del final de la calle Jarauta, pero cada vez que he intentado usarlos, el pis se derrama íntegro de su depósito y sale cuesta abajo; supongo que por eso suelen estar libres; un nudge chapucero, sin duda, aunque en estado sanferminero a quién le importa).

- El mejor: una residencia geriátrica en Alemania ha puesto en práctica un método simple e ingenioso para reducir drásticamente el vagabundeo y extravío de sus pacientes afectos de Alzheimer que salen del centro con la determinación de regresar a sus casas y familiares: colocar una parada falsa de autobús delante justo de la salida del centro. Los ancianos, en un porcentaje altísimo, se paran ahí a esperar que pase un bus (la memoria a largo plazo aún funciona); entonces el personal puede acudir e invitarlos a pasar dentro a tomar un café (para entonces ya han olvidado qué hacían fuera del centro). Esto reduce enormemente el riesgo de extravíos que son angustiosos para pacientes, familiares y staff, y potencialmente peligrosos sobre todo en invierno y de tarde-noche. Otros centros alemanes están ya aplicando la estrategia.

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