“Unthinking respect for authority is the greatest enemy of truth.”
Albert Einstein
A raíz del famosísimo
experimento de Milgram (1961; ideado para el estudio del fenómeno de obediencia a la autoridad, y en principio planteado para ser puesto en marcha en Alemania por aquello del delirio nazi; Eichmann acababa de ser secuestrado por el Mossad y juzgado en Jerusalén) sabemos que es uno de los mecanismos de influencia más sólidos y universales (fue replicado en varios países, y también
recientemente).
Antes de llevar a cabo el experimento, el equipo de Milgram estimó cuáles podían ser los resultados en función de encuestas hechas a estudiantes, adultos de clase media y psicólogos. Consideraron que el promedio de descarga se situaría en 130 voltios con una obediencia al investigador del 0%. Todos ellos creyeron unánimemente que solamente algunos sádicos aplicarían el voltaje máximo. El desconcierto fue grande cuando se comprobó que el 65% de los sujetos que participaron como "maestros" en el experimento administraron el voltaje límite de 450 a sus "alumnos", aunque a muchos les colocase el hacerlo en una situación absolutamente incómoda. Ningún participante paró en el nivel de 300 voltios, límite en el que el alumno dejaba de dar señales de vida. (Wikipedia)
No fue la Alemania post Weimar, ni un subgrupo de psicopatones: somos todos. Estamos evolutivamente cableados para, ante la ambigüedad o la incertidumbre, seguir al que parezca tener poder y autoridad de marcar el camino (ya Yahvé le hizo un
Milgram a Abraham con aquella orden de cepillarse a su propio hijo...).
La autoridad se transmite a través de tres símbolos típicos: títulos, ropa, y pertenencias de estatus
-Títulos: prueben a decir en una fiesta que
son psicoterapeutas: mucha gente creerá que pueden leerles su
interior con mirarles a los ojos; te puedes inventar paridas (si ha rulao un canuto, el efecto es más cómico); eso sí, habrá unos pocos que, reactivamente, querrán pillarles haciendo el tonto para decir "los psicólogos están peor que sus pacientes...". Algunos profesionales gustan de forrar las paredes del despacho con certificados de asistencia a congresos y seminarios. Otros ejemplos más serios y trascendentes se dan, por ejemplo, en medicina (en un experimento, el 95% de enfermeras mostró intención clara de administrar una dosis inadecuada de un medicamento...sólo por haber recibido
una llamada telefónica del falso doctor X ordenándoles hacerlo). Y éste es simplemente extraordinario:
Take, for example, the strange case of the "rectal earache" reported by Cohen and Davis. A physician ordered ear drops to be administered to the right ear of a patient suffering pain and infection there. Instead of writing out completely the location "Right ear" on the prescription, the doctor abbreviated it so that the instructions read "place in R ear." Upon receiving the prescription, the duty nurse promptly put the required number of ear drops into the patient's anus. Obviously, rectal treatment of an earache made no sense, but neither the patient nor the nurse questioned it.
O el fantástico mundo de las publicaciones académicas:
Peters and Ceci (1982) took 12 articles that had been published 18 to 32 months earlier by authors from prestigious universities and, changing nothing but the names and affiliations of the authors to those of unknowns from "Tri-Valley Center for Human Potential," they resubmitted the articles in manuscript form to the journals that had already published them. Nine of the doctored articles went through the review process undetected and, remarkably, eight were rejected, even though each had been published shortly before by the same journal when it had been submitted by researchers with more prestigious reputations and affiliations.
Un dato cachondo es que la titulitis/estatus afecta la percepción de... la altura física de las personas. De hecho lo contrario es frecuente en animales y mariscales de campo (esas hombreras en los uniformes, sacando pecho, y esos gorrazos).
-Ropa: llevar puesto un uniforme de guardia de seguridad no sólo idiotiza con relativa frecuencia al que lo lleva, sino al que es arengado por aquél. Los trajes de ejecutivo logran también su efecto (en los congresos, si el ponente va en chancletas quédense a la exposición: es muy probable que tenga que superar el escepticismo inicial con ingenio; creo que los trajes clásicos suelen correlacionar con powerpoints aburridos). Pero los uniformes sobre todo son un recurso esencial en los fraudes
old school (vestido de revisor del butano o de empleado de Timofónica).
-Pertenencias: aunque la
folk psychology asuma (en muchos casos erróneamente) que su simple posesión sea una compensación de infancias carenciales o penes pequeños, los coches deportivos de lujo consiguen que, si se quedan parados en un semáforo en verde, la gente que va detrás les piten mucho menos que a un coche cutre. Caso de que piensen, como yo hice, que esta respuesta diferencial no les sucedería a ustedes (de hecho les pitaríamos más, ¿a que sí?), sepan que lo mismo pensaron mayoritariamente los sujetos que fueron encuestados antes de que quedara demostrada experimentalmente la falsedad de sus prejuicios...justo como el experimento de Milgram. Las intuiciones nos fallan con frecuencia.
P.D.: Cuando estudiaba, mis amigos que hacían medicina me dijeron una vez que su profesión era más poderosa porque podían hacer fácilmente que un señor se bajara los pantalones y meterles un dedito por el ano (palpación rectal, supongo); yo argumenté que mi profesión me legitimaba a demandar una respuesta a ambos sobre si les había gustado (ahora que lo pienso, incluso interpretar diagnósticamente el ejemplo como muestra de una homosexualidad reprimida alimentada por una pulsión sádico-narcisista o algo así). Más allá de la juvenil anécdota, es cierto que las personas buscan con razón al experto precisamente para que éste les oriente/influya, y complementando al rol de bata blanca hay otro de paciente sumiso/pasivo y/o demandante de exhibiciones de experticia (en psicoterapia, sin embargo, es primordial con frecuencia el salir de esas arenas movedizas). La autoridad del experto conlleva una responsabilidad ética inexcusable, y hay múltiples pruebas de violación de la misma (creo que generalmente más por irreflexividad que por maldad) en nuestro ámbito. Los excesos de la autoridad generan además bajas adhesiones a los tratamientos (y el florecimiento de terapéuticas alternativas muchas veces de dudosa efectividad). Una autoridad muy poderosa es la que procede de una de las tres formas de mentira según Twain: la estadística. Otras fuentes: el impact factor, las
correlaciones vudú en neurociencias sociales, el retrato de Freud en la consulta, etc.
Quizás el principal fundamento ético (sí, eso que ninguno estudiamos en la facultad) en ciencias de la salud o lo que seamos sea conservar la capacidad de dudar y mantener cierto escepticismo respecto a las certezas, y una mente abierta (aunque al mismo tiempo es preciso tomar decisiones, y también mostrar confianza en lo que uno hace).
Sin necesidad de llegar a lo inmoral o abusivo, en un centro donde trabajo unas horas a la semana creo que soy el único sin bata blanca; los compañeros argumentan en algunos casos (y con seguridad con buena fe) que aumenta la capacidad terapéutica del profesional (por supuesto, es posible, pero resisto cual aldea gala; tengo cierta alergia moral a la autoridad por defecto y a poner lavadoras innecesarias).
Read more...