Tests psicológicos: son tan monos...
Hace años que prescindo si puedo de los tests en la práctica clínica; supongo que deben tener sus defensores, y posiblemente den información complementaria útil, pero me parecen muy trabajosos y malos sustitutos de la observación directa y una buena entrevista (ya sé, son complementos, pero me siguen pareciendo superfluos generalmente). Por esto me hizo mucha gracia el siguiente párrafo del libro El tercer chimpancé, de Jared Diamond:
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Tampoco sospecharon nada los psicólogos infantiles a los que presentaron dibujos realizados por los chimpancés del zoológico de Baltimore para que emitieran un diagnóstico. Los psicólogos opinaron que un dibujo de un chimpancé macho de tres años era obra de un niño de siete años de carácter agresivo y tendencias paranoides. Dos dibujos realizados por una chimpancé de un año fueron atribuidos a dos niñas de diez años, una de ellas supuestamente paranoica y con una fuerte identificación con el padre, y la otra agresiva y de tipo esquizoide. Debe decirse en honor de la intuición de los psicólogos que en todos los casos identificaron correctamente el sexo del artista y sólo se equivocaron al decidir a qué especie pertenecían.
1 comentarios:
jajajaj, buenísimo. Yo opino lo mismo que tu y de hecho hago lo mismo. La única utilidad que les encuentro es como medio (no como fin) para entrar en confianza con alguien con quien me cuesta (por su naturaleza, por la mia, o por la mezcla...). También los encuentro útiles, mejor dicho, imprescindibles si quieres publicar algún paper para engordar el curriculum. Y por supuesto son ineludibles si lo que haces es una pericial psicológica.
Lo que me pone los pelos de punta son los test proyectivos, estos claman al cielo. Por suerte me ha tocado hacer contrainformes repletos de resultados procedentes de este tipo de pruebas, y la verdad, me he pasado el corporativismo por el forro de los copones, y además me han pagado bien, todo un placer.
Un saludo.
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