Las risas y el suicidio
"Los que conciben al diablo como partidario del mal y al ángel como combatiente del bien, aceptan la demagogia de los ángeles. La cuestión es evidentemente más compleja. Los ángeles no son partidarios del bien, sino de la creación divina. El diablo es, por el contrario, aquel que le niega al mundo toda significación racional. La dominación del mundo, como se sabe, es compartida por ángeles y diablos. Sin embargo, el bien del mundo no requiere que los ángeles lleven ventaja sobre los diablos (como creía yo de niño), sino que los poderes de ambos estén más o menos equilibrados. Si hay en el mundo demasiado sentido indiscutible ( el gobierno de los ángeles), el hombre sucumbe bajo su peso. Si el mundo pierde completamente su sentido (el gobierno de los diablos), tampoco se puede vivir en él. Las cosas, repentinamente privadas del sentido que se les supone, del lugar que tienen asignado en el pretendido orden del mundo, provocan nuestra risa. La risa pertenece pues, originalmente al diablo. Hay en ella algo de malicia (las cosas resultan diferentes de lo que pretendían ser), pero también algo de alivio bienhechor (las cosas son más ligeras de lo que parecen, nos permiten vivir más libremente, dejan de oprimirnos con su austera severidad). [...]Sin embargo, los ángeles lograron alcanzar algunos resultados. Nos engañaron a todos con su impostura semántica. Sólo hay una palabra para designar su imitación de la risa y la risa original (la del diablo). Hoy la gente ya no se da cuenta de que la misma manifestación exterior esconde dentro de sí dos actitudes internas absolutamente contradictorias. Existen dos risas y no tenemos palabras para distinguir la una de la otra"
Milan Kundera - El libro de la risa y el olvido
Si de pronto a alguien se le cae el sombrero encima del ataúd, en una tumba recién abierta, el entierro pierde todo su sentido y nace la risa. Dos enamorados corren por un prado, cogidos de la mano, riéndose. Su risa no tiene nada que ver con ningún chiste: es la risa seria de los ángeles cuando manifiestan su alegría de existir. Ambas modalidades de risa forman parte de los placeres de la vida, pero, llevados al extremo, también indican un apocalipsis dual: la risa entusiasta de los fanáticos-ángel, tan convencidos de su importancia en el mundo, que están dispuestos a colgar del cuello a todo el que no comparta su alegría. Y la otra risa, procedente del lado opuesto, la que proclama que nada tiene ya sentido. La existencia transcurre entre dos abismos: a un lado, el fanatismo; al otro, el escepticismo absoluto.
Milan Kundera, entrevistado por Philip Roth
En medio de esta dualidad consigue navegar una novela de humor negro sobre el suicidio; sí, un planteamiento arriesgado y más bien demoníaco (en lo humorístico, claro): En picado, de Nick Hornby (Fiebre en las gradas, Alta Fidelidad). Sinopsis: "cuatro sujetos a la deriva se encuentran accidentalmente en Nochevieja en la azotea del Toppers’ House, el edificio preferido de los suicidas del norte de Londres, para dar la bienvenida al año nuevo a su manera. Ninguno contaba con semejante overbooking, y dado que estrellarse contra el asfalto de Islington debería ser un acto más bien privado, ninguno se decide a saltar. Pactan ofrecerse a sí mismos una segunda oportunidad y constituyen el grupo de autoayuda más disfuncional de todos los tiempos, para averiguar si aún les quedan razones para estar vivos". Tierna, triste, sorprendente, chocante, incómoda a veces, pero sobre todo reivindicativa de la necesidad de esa risa diabólica para poder entender el sinsentido.