24 de mayo de 2008

La sabiduría es lenta

Acabo de leer en Mind Hacks que Terry Pratchett, un excelente escritor inglés de novelas-parodia (la saga del MundoDisco es muy buena; me encantan Dioses Menores y Mort) tiene Alzheimer. Luego me he ido al vínculo con el New York Times sobre la vejez cerebral normal y sus ventajas (esto no incluye, evidentemente, la demencia). Resulta que a mayor edad, el cerebro se vuelve más lento en sus funciones frontales (es decir, más distraíble y menos selectivo para filtrar rápidamente la información; más lento porque, entre otras cosas, no inhibe información sino que tiende a facturarla toda). Quizás por esto a mayor edad cuesta más acordarse de un nombre o recuperar de la memoria a largo plazo un número de teléfono (lo que se conoce algo peyorativamente como deterioro cognitivo o de la memoria asociado a la edad o benigno). Los jóvenes, mientras, van más bien a toda pastilla y jerarquizando la información con cierto ímpetu característico.
Lo que es muy interesante en las investigaciones que refiere el artículo, es que esta mayor lentitud cognitiva, que en una prueba estándar aparece como un leve déficit, y que implica realmente mayor distraibilidad (irse a lo periférico, a lo supuestamente irrelevante, al detalle)pero también un mayor procesamiento de información, da como resultado una mejor capacidad para resolver situaciones que requieran de creatividad (o sea, capacidad para relacionar información de una forma nueva). Otros estudios ya muestran que la creatividad se relaciona con menor actividad frontal (mayor distraibilidad, menos filtrado de información). Es decir, que la gente mayor posiblemente absorbe al final más información (pagando el precio de la lentitud, claro) de una situación, y esto les da la posibilidad de combinarla entre sí y con un depósito de conocimiento almacenado mayor (por mayor experiencia, por más procesamiento previo de toda una vida, lo que llaman inteligencia cristalizada). Esto al final puede ser una ventaja comparativa para la cual (sorpresa) ya teníamos un nombre: sabiduría.

Esto ya lo sabían Kundera (La Lentitud) y el que hizo aquella peli tan buena de Primavera, Verano, Otoño, Invierno...y Primavera (Kim Ki-Duc; preciosa). Y supongo que cualquiera que se haya visto seducido alguna vez por el Zen.



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