Políticas por defecto
Esta gráfica es una de las más interesantes que he encontrado desde hace tiempo en psicología social: refleja el porcentaje de consentimiento a la donación de órganos por países. Lo primero que sorprende es cómo países cultural y demográficamente similares muestran porcentajes extremadamente dispares entre sí (Dinamarca-Suecia: Alemania-Austria). La clave es más o menos simple: coincide con la legislación sobre donaciones. Los países en que existe el consentimento presunto (como España) suponen que eres donante a menos que hayas expresado en vida tu oposición explícita, y ahí las cifras son espectaculares, claro; mientras que si la ley exige el consentimiento explícito (firmar como donante), las cifras son bastante menores. Johnson y Goldstein, psicólogos y expertos en marketing, publicaron hace unos pocos años, esta gráfica en un artículo que señalaba que las políticas públicas deberían incorporar este conocimiento, junto con el de que tener que elegir explícitamente y hacer un esfuerzo extra para notificarlo puede hacer fracasar ciertas políticas necesarias: en EEUU, aunque el 85% están a favor de la donación, la opción por defecto es no serlo, y haber de notificar expresamente el consentimiento como donante baja éstos hasta el 28% (con 45.000 muertes por falta de órgano donado viable para trasplante en 1995). La tendencia es, pues, a asumir la política por defecto, y esto es especialmente cierto en cuestiones emocionalmente incómodas o difíciles (también observable en inversores en bolsa o en decisiones médicas). Esto debería ser reconocido en la gestión política, como ya sucede: vean si no la casilla para donación tributaria a la iglesia católica de la declaración de la renta...
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